Bambikina: «Siguen faltando mujeres encima del escenario»

La cantante y compositora Esther Méndez, “la chica -extremeña- del folk en español” (y mucho más) pondrá banda sonora a la Casa Lis este sábado 12 a las 22:00 horas
Esther Méndez, cantante y compositora de Bambikina, durante una de sus actuaciones en directo. Foto: Fernando Valle.

La mayor parte de sus canciones se gestan en la habitación de su infancia, en un pequeño pueblo extemeño de La Vera, al que se escapa siempre que puede desde Madrid, donde ahora vive. Bambikina lleva diez años haciendo música con un sonido único. Detrás, componiendo canciones y dándoles voz, se encuentra Esther Méndez, “la chica del folk en español”, como la ha bautizado la crítica. Aunque esta artista ofrece mucho más. Sus influencias van desde el folk norteamericano al latino, con un directo muy potente y eléctrico cuando emociona en grandes festivales como Womad o Sonorama.

En ‘Las Noches de Lis’ y, en formato trío, Bambikina será más intimista y nos obsequiará con un concierto poco habitual: guitarra y armónica, baladas y canciones íntimas elegidas para llegar “directas al corazón” del público. Casi recién aterrizada de tocar en Uruguay y con un nuevo disco previsto para después del verano, la artista actuará en la cafetería de la Casa Lis el este sábado, a las 22:00 horas.

Su actuación en Salamanca va a tener lugar en un museo.
Sí, ya he visto en fotos y en vídeo esas vidrieras exteriores espectaculares, pero nunca lo he visto por dentro. Aunque prefiero que sea así para que el día del concierto sea doblemente emocionante. Va a ser todo un descubrimiento.

¿Qué le parece formar parte de esa fusión artística?
Toca en un sitio así siempre es inspirador. Todos los sitios son igual de dignos, pero hay salas bastante feas a lo largo de la geografía española en las que hemos tocado, así que ponerle banda sonora a ese espacio me parece un regalo.

Ha actuado en grandes festivales, como Womad o Sonorama. La Casa Lis es un espacio más íntimo.
Ambos formatos me encantan. También hemos tocado en el Womad de Inglaterra y, cuando vamos con la banda completa, ese formato tan eléctrico es muy potente. Pero si pudiera elegir me quedaría con espacios más reducidos, porque las canciones que yo compongo nacen así, con ese esqueleto: voz y guitarra. Y creo que así llegan más directas al corazón. El el concierto de Casa Lis seremos un trío, con una propuesta muy especial y un repertorio que no hacemos cuando vamos la banda completa. Me apetece muchísimo por esa atmósfera tan cercana que se creará con el público.

¿Qué tendrá de diferente?
Tocaré alguna canción con guitarra y armónica, algo que no hago cuando voy con la banda, y rescataré otras del repertorio que no son habituales en los festivales grandes, para los que se suele buscar algo más cañero. Algunas serán baladas o canciones más pausadas.

Esther Méndez, cantante y compositora de Bambikina, durante una de sus actuaciones con guitarra y armónica. Foto: Rafa Ariño.

En el mundo de la música la llaman “la chica del folk en español”. ¿Le gusta esta denominación?
A nivel de marketing suena bastante bien, pero se queda corto. Acotar Bambikina al flok es acotar mucho. Porque en realidad es un conglomerado de muchos estilos, también con una veta pop, otra indie… Ni yo misma sabría definirlo. Aunque “la chica del folk en español” define bastante lo que hago: todas las letras son en castellano y todas las canciones tienen ese punto común del rock norteamericano que, creo, es bastante inusual escucharlo cantado en español. Así que, bueno… no me desagrada en absoluto esa etiqueta.

¿Mejor “la chica del folk en español… ¡y mucho más!”?
[Risas]. ¡Exacto! ¡Eso me gusta más!

Pero el folk sí que fue su estilo inicial.
Sí, de hecho el primer disco de Bambikina, que lo lancé en 2014 y que era una maqueta muy rudimentaria, se llama ‘Caravana’ y bebe mucho de Bob Dylan, de Neil Young y de todo ese folclore norteamericano. Sin embargo, en discos posteriores, como ‘El pájaro que trajo el fuego, he ido tomando referencias de América Latina, como de México, ese punto fronterizo. Ha habido una evolución, pero siempre con el folk siempre presente.

La artista extremeña está habituada tanto a grandes festivales como a espacios más intimistas. Foto: José Señorán.

Con sus propias señas de identidad.
Eso eso. Después de diez años que llevo en la música, evolucionar es algo natural. Escucho mis composiciones de antes y está claro que las de ahora son mucho más ricas. Por eso definir Bambikina en un solo estilo es tan difícil. Siempre nos dicen que “Bambikina suena a Bambikina”, que tenemos ese sello propio. Hoy en día, con la cantidad de ofertas que hay, que te digan que suenas a ti mismo es uno de los mejores halagos que pueden hacer.

Estilo propio, y además con raíces extremeñas.
El folclore de Extremadura también está muy presente a través de los cuentos las leyendas… En el disco ‘El pájaro que trajo el fuego’ hay una canción que se llama ‘Serrana de La Vera’, que está inspirada en un romance muy famoso de mi tierra. Cuenta cómo una mujer indómita que vivía en la sierra seducía a los serranillos y, después de tener una noche de pasión con ellos, se los cargaba. Encontraron la cueva llena de huesos. Cuando nos contaron la historia en la asignatura de ‘Folclore extremeño’, cuando era pequeñita, mis compañeros se quedaron ojipláticos y a mí la serrana me pareció una figura magnética.

Y le prometió una canción.
Sí, la tenía pendiente y se la hice, incluso tomando algunos versos literales del romance. Las historias, los ritmos de esas canciones de los pueblos, de la tradición… me resulta algo muy inspirador.

¿Hay más señas de su infancia en su obra musical?
Sí. La mayor parte de las canciones las compongo en la habitación del pueblo donde crecí: las musas suelen estar revolotenado por allí. Soy más productiva cuando voy a Extremadura, a esa habitación de mi niñez, que en Madrid, donde vivo. Algo tendrá la tierra, porque me ayuda a componer. Rara es la vez que la visito y no sale una canción.

Hablemos de ‘Túnel’, su disco sobre salud mental.
Por suerte es un tema mucho menos tabú que cuando lo saqué, hace ya cinco años. Es un disco conceptual inspirado en mi propia historia que describe desde dentro los trastornos de ansiedad. Tuve que retirarme un par de años de los escenarios durante una etapa de muchísima ansiedad. Estuve mucho tiempo sin coger la guitarra y, un día, empezaron a surgir un puñado de canciones que me apetecía sacar. Y fue como una liberación.

¿Cómo afectó ese parón a su carrera?
Cancelamos algunos festivales. Habría grandes planes para Bambikina. Estábamos en un momento muy bonito, a punto de descorchar la botella. Íbamos a telonear a Maná, a Caetano Veloso… Para mí parar fue una decisión muy difícil. Recuerdo que incluso la compañía explicaba que tenía un familiar enfermo, o sea, no se decía ni siquiera, libremente, que tenía ansiedad. No pasa nada por decirlo. Yo necesitaba parar. Y hablar de ello en el disco. De hecho, empieza con canciones muy oscuras y termina con otras muy luminosas, simulando ese recorrido por mi túnel personal. Fue terapéutico.

¿Lo sería también ahora para alguien en esa misma situación?
Sí. De hecho, unas de las cosas más reconfortantes de la profesión fueron los mensajes que recibí a raíz de la publicación de canciones como ‘Fe’, que habla de encontrar la luz en un momento de oscuridad. Hubo mensajes como: “Mi hermana está pasando por ansiedad y esta canción la reconforta un montón” o “mi madre está pasando por esto, no sabes lo que nos ayudan letras como la tuya”. Trascender así a la vida de otras personas que están pasando por lo mismo que tú has pasado me parece una conexión mágica.

También ha compuesto una banda sonora para cine, la de la inquietante película ‘La mesita del comedor’. ¿Cómo fue?
Es una película muy independiente. Ahora, que se hace tanto cine y tantas series, ves algo como ‘La mesita’ y no se te olvida, no es de esas historias que consumimos y olvidamos al momento. No te deja indiferente. La banda sonora está en Spotify y en vinilo. Para mí fue un viaje precioso, así que estoy deseando que salga otro proyecto audiovisual. Haciendo música para cine me he encontrado con un lienzo en blanco en el que todo valía para expresar sentimientos y emociones. He usado desde ensaladeras metálicas a objetos que tenía por casa. Me ha encantado esa libertad.

¿Compuso este trabajo en su habitación extremeña o en la de Madrid?
[Risas]. Esa fue íntegramente en Madrid. La historia es muy curiosa. Yo conocí a Caye Casas, el director, el el Festival de Cine de Cáceres, así que la semillita sí se plantó en mi tierra. Yo actuaba y a él le premiaban por su primera peli, ‘Matar a Dios’, y surgió un flechazo inmediato. Tuvimos muchísima conexión y estuvimos hablando hasta las tantas de la mañana, y me dijo: “Si algún día rueda mi segunda película, tú me harás la banda sonora”. Y seis años después, así sucedió. Vino antes a contarme el guión y, sin saber si se iba a rodar o no, yo iba componiendo ya la banda sonora y se la iba enviando. Me decía: “Esther, no me envíes más cosas, que no sé si vamos a conseguir la financiación y me pongo nervioso”.

Pero la consiguió.
Sí, y menos mal que anticipé esas composiciones, porque cuando llegó el momento, tenía un mes y medio para hacer la música entera. De hecho, la película se hizo un poco al revés porque, en lugar de hacer yo la música para las imágenes, él rodó muchas de las escenas escuchando mi música.

La artista, en uno concierto con su banda. Foto: Luis Camacho.

¿Cómo es ser mujer joven en el mundo de la música?
Hay muchas mujeres liderando proyectos, pero no se refleja ese porcentaje. En los carteles de los festivales, si miramos los de este verano, seguimos siendo muy pocas las mujeres que estamos ahí. Está muy asumido que seamos cantantes o coristas, pero todavía se ven muy pocas mujeres en otros roles en las bandas, como guitarristas, bajistas, bateristas… Siguen faltando mujeres encima del escenario. Por suerte, cada vez somos más. Y también más conscientes de esta situación, pero sigue habiendo muchas carencias. En muchos festivales y ciclos veo que estoy solo yo o que somos un par. Nunca somos mayoría en los carteles.

¿Se ha sentido discriminada en este sentido?
No por ser mujer. No he sentido eso que comentan otras compañeras, de ponerse a probar sonido y que el técnico se dirija a los miembros de la banda en lugar de a ellas, o de ser ninguneadas. Aunque sí he sentido discriminación, entre comillas, por mi tipo de música. Nos han dicho muchas veces que no es comercial, que no hay casi estribillos, que las letras son muy complejas… Eso sí nos ha cerrado muchas puertas. Parece que hoy en día cuidar las canciones es algo contraproducente.

Sin embargo, lleva diez años haciendo música.
[Risa]. Sí, aquí seguimos, pero a base de perseverar y de pelear. De hecho, ahora mismo estamos sin compañía. Yo autoproduzco y autofinancio las grabaciones. Estamos preparando un nuevo disco. Y estoy contenta, porque nadie me encorseta. Mi proyecto es muy honesto y, si no fuera así, no podría defenderlo encima del escenario: yo no puedo subirme a una ola de algo que no me represente. Sigo fiel a mí, para bien o para mal.

¿Cuándo estará listo ese nuevo trabajo?
Después de verano, en octubre o noviembre tendremos nuevo disco de Bambikina.

¿La música fue siempre única fue su vocación?
De pequeña, según dice mi madre, quería ser actriz. Todo lo que es farándula me ha encantado siempre. Yo estudié Publicidad y Relaciones públicas y he estado trabajando en agencias. Toda esa parte creativa me gusta mucho. Pero a través de los años he descubierto que, como me siento encima del escenario, no me siento en ningún sitio.

Esther Méndez, Bambikina, en una pose muy teatral. Foto: José Señorán.

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