Opinión

Tecnoestrés

Un hombre con móvil, pantallas de ordenador y papeles sobre la mesa. Imagen de Firmbee en Pixabay

Tecnoestrés es uno de estos términos que han aparecido con las nuevas realidades del trabajo, igual que otros como: desconexión digital, nomofobia, infobesidad, etc. Aparte del término en sí, ¿podemos considerar el tecnoestrés como una enfermedad laboral del siglo XXI? Pienso que en realidad sí, porque son causas reconocidas de tecnoestrés: la carga por exceso de información y de conexión, la fusión entre vida personal y profesional producto de la omnipresencia tecnológica, la aceleración radical de los ritmos de vida, la necesidad de actualización permanente, la proliferación de nuevas herramientas digitales, el poder de estar conectad@ en cualquier momento y lugar, la necesidad de manejar múltiples dispositivos. En fin, ¡vaya estrés!, que agobio…

Investigaciones recientes demuestran que la experiencia de trabajo en remoto tiene un efecto significativamente positivo en el nivel de productividad y satisfacción en la clase trabajadora, siempre y cuando el tecnoestrés y la soledad que pueden acompañar a esta modalidad de trabajo se vean protegidos con acuerdos de trabajo en remoto transparentes y estrategias de acompañamiento por parte de las empresas.

También la mayoría de estudios realizados al efecto concluyen que las plantillas de empresas más centralizadas sufren más tecnoestrés. El nivel general de tecnoestrés aumenta cuando este tipo de organizaciones añade la presión por innovar. Combinar con criterio la organización de la empresa y las estrategias en innovación es esencial para mitigar el estrés tecnológico.

Es esta una cuestión con afección intergeneracional, cuando pensamos que la interacción entre edad y tensión relacionada con la tecnología, se tiende a pensar que l@s trabajador@s de mayor edad tiene más probabilidad de sufrir tecnoestrés, por aquello de que sus conocimientos técnicos están más alejados de sus necesidades actuales. Sin embargo, la experiencia y madurez están muy conectados a dotarse de habilidades de afrontamiento, imprescindibles para reducir cualquier tensión.

Respecto a la joven clase trabajadora, siendo conscientes de los efectos negativos de la tecnología, cuestión esta que preocupa a much@s profesionales de la salud, investigadores y progenitores, aún es pronto para conocer como afectará el tecnoestrés a los millennials cuando llegué el pleno apogeo de su desarrollo profesional. Estudios sobre el efecto del bienestar mental en la productividad académica de la generación Z y los millennials concluyen que el bienestar mental juega el papel mediador entre tecnoestrés y la productividad académica de estas generaciones.

Estando de acuerdo en que la gestión optimista y activa con la tecnología es un aprendizaje en el sentido vital de la ciudadanía de este siglo XXI, conviene una educación para la buena salud digital, se hace necesaria la investigación periódica de la dinámica y el impacto de los factores que crean tecnoestrés.

La tecnología está ahí para ayudarnos no para esclavizarnos, teniendo en cuenta que la ciudadanía de hoy en día se enfrenta a que muchas de sus tareas cotidianas son imposibles de llevar a efecto sin contar con la tecnología.

Por. José Antonio Gallego Alejandre, sindicalista de Comisiones Obreras.

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