Parafraseando a Rick en Casablanca… de todos los miles de libros, de los cientos de editoriales y puestos que había en la Feria del Libro de Madrid, la reina Letizia se fijó en el libro del escritor salmantino Ricardo Martínez Llorca Tal vez viajar y lo compró. Le gustará porque está escrito con mimo, con abrazo, como todos los que escribe el autor charro. No es un libro de viajes, pero lo es; no es un ensayo, aunque lo parece; no es de aventuras y, sin embargo, las hay… Es un libro para tener cerca. Echar un rato con Martínez Llorca es acercarte a una ventana, abrirla y que por ella entre el aire fresco.
Ricardo, tenemos que salsear un poco.
¿Salsear?
Sí. Ahora sabe que la reina Letizia tiene un libro suyo. ¿Cómo se siente sabiendo que forma parte de la biblioteca Real?
¡Por fin! (Carcajada) Por fin entro en un palacio. Creo que tienen una biblioteca muy bonita. Solo puedo decir…
¿Lo pagó?
(Risas) Lo pagan. Va la reina escogiendo los libros y después personal de la Casa Real lo paga. Lo pregunté. Además, unos días después, cuando fui a firmar libros a la Feria de Madrid, tuve la suerte de saludarla, porque se paseó por allí, en esta ocasión en una visita privada, sin protocolo.
¿La pudo saludar?
Sí, paró un momento y le di las gracias. Se fue corriendo.
¿Le gustó el detalle?
Sí. A nadie le amarga un dulce. Me da un poco de rabia el pensar que se hace más promoción del libro con una cosa así, que con todas las recomendaciones que han hecho amigos o las buenas reseñas que has podido tener.
Charo Ruano, que es una gran lectora, me comentó que Tal vez viajar era el mejor libro del año.
Lo que ha dicho Charo, me satisface más que la compra del libro por parte de la reina. Pero, para la editorial, que lo haya comprado la reina, es un espaldarazo.
Su nombre y el de su libro han salido en el Hola, Díez Minutos, Semana, Lecturas…
Sí. Todos los que han leído las revistas del corazón de esa semana, han leído mi nombre y el título del libro. ¡Algo quedará!
Si la reina Letizia le hubiera preguntado qué es Tal vez viajar, ¿qué le hubiera respondido?
El libro tiene 260 páginas, que son las que he necesitado para decir lo que digo en el libro. No es fácil resumir.
No, quiero que nos cuente qué es para usted Tal vez viajar.
En la contracubierta del libro elegí unas frases para la promoción, donde hablo de que el amor por el viaje es una historia entre la realidad y el deseo. Hay mucho de lamento en el libro y de elogio. El libro de referencia en mi libro a la hora de escribir es El desasosiego, de Fernando Pessoa.

La reina viaja mucho. ¿Cree que le pasará lo mismo que a usted, que nunca conocerá esos países, esos lugares que ha pisado por más que lo intente?
Hay una cierta farsa en el uso del verbo viajar. Nos gusta mucho viajar, nos gustan mucho los viajes… Todo el mundo nos viene con esto. Si sustituyes la palabra viajar por hacer turismo. Nadie dice: ‘Me gusta mucho hacer turismo o me gusta mucho ir de turista’.
¿Qué le hubiera hecho falta para sentirse un viajero, en vez de un intruso en esos países?
El camuflaje. Estás en un mercado africano y llamas la atención sí o sí. En la India, que le sacas una cabeza a todo el mundo, igual. No puedes pasar como uno de ellos. Tal vez viajar es un libro más de intuiciones que de certezas.
Por curiosidad Ricardo. ¿Ha viajado o ha leído más?
¿Eso se mide por cronómetros? Es muy relativo. Si mido el tiempo que he pasado en grandes viajes o leyendo, he estado más tiempo leyendo, porque es más sencillo. No necesitas ni un gran presupuesto, ni una disposición de días que necesitas para viajar. Una de las cosas que más he disfrutado en los viajes, es la lectura.
¿En qué sentido?
Cuando lees aquí, estás pendiente de muchas cosas, de muchos estímulos… cuando estás de viaje, abres el libro y solo estáis tú y el libro. Cuando lees en un viaje, detienes la actividad propia de ese viaje que suele ser pasear, ver y escuchar.
¿Dónde se aprende más, en los libros que hablan de los viajes, en las sensaciones del que escribe o sintiéndolas uno mismo?
Si hago referencia a los libros de viaje que he escrito, he aprendido más en el viaje, que escribiendo sobre el viaje. Te cuento, el primer libro de viajes que publiqué, El cinturón de cobre, tuve que meter ficción para poder contar las sensaciones que tuve allí. Solo con la ficción podía llegar. Fue mi primer gran viaje al África negra. De todas maneras, uno aprende en la medida que está dispuesto a aprender.
Se puede aprender de todo y en todos los lugares…
Estando en un viaje o en tu casa. Normalmente, hay un tipo de gente que no podemos tener la cabeza parada (Risas) Es un poco una desgracia. Aunque estés viendo un Blockbuster, le estás dando la vuelta a cuadrar referencias a no sé qué. A veces necesitas que eso se detengas.
Me lo dice o me lo cuenta…
(Risas) Muchas veces se corresponde con el tipo de personas que están disputas a aprender. Lo que he aprendido, es que la gente con la que merece más la pena relacionarse es con los que están dispuestos a aprender y están constantemente aprendiendo. Aquellos que piensan que ya han aprendido y que tienen que enseñar… no suele ser gente que merezca mucho la pena, quizá en otros sentidos, sí.

Ricardo. Se ha recorrido medio mundo con una mochila. ¿Qué dice de los que buscan experiencias para subirlas a una red social?
A mi juicio, no veo nada más anti-viaje, es una de las cosas por las que uno deja de viajar, escuchar a esas personas que dicen: ‘Voy a hacer un gran viaje, me voy a ir en un Citroën 2 CV, que yo mismo he arreglado el motor, y me voy a ir desde Madrid hasta Vladivostok, por todo el sur de Asia. Voy a tardar año y medio. Voy a abrir un blog y contaré lo que me ha pasado en el día y subiré seis o siete fotos’. No sé, para mí uno de los objetivos de viajar es perderse. Mira, nadie sabe dónde estoy, pero estoy bien. Es como si a ti mismo, te haces un Gran Hermano.
Aquí hay un poquito de vanidad.
También de presunción. Hay algunos que se sufragan así el viaje. No sé si dará tanto dinero. En mi caso, lo bonito del viaje es que no se entere nadie de dónde has ido y qué has hecho.
Reflexiona mucho sobre la sociedad que nos toca vivir. ¿No cree que las redes sociales ya cansan, que se han quedado para marcas e influencer que se gustan a sí mismas?
Me atrevería a decir que a la gente de mi generación, sí. Tengo ganas de abandonarlas y todo.
¿Por qué no se va?
Las tengo por espíritu comercia. Pero, es una cosa muy sucia, en la que te dicen: ‘Para existir, tienes que estar en redes sociales’. Existes muy poco, para que alguien vea el anuncio de la novedad que ha sacado la editorial, tiene que tragarse un sinfín de cosas y mucha publicidad… Lo que no me atrevo es a decir cómo quedaran generaciones que han crecido con las redes y las tienen incorporadas a su apego del yo. Si le quitas a chicos de 16 o 30 años el Instagram o el tiktok, porque muchos se relacionan así… no sé que será de ellos. Te pongo un ejemplo: les oigo conversaciones por teléfono, ni quisiera en persona, decir: ‘Fíjate si lo que he dicho es verdad, que tengo no se cuántos likes’.
Da un poco de miedo…
No sé cómo acabará. Además, como todo va tan deprisa y yo voy cada vez más despacio… no sé si me va a dar tiempo a averiguarlo.
Seguro que sí, porque todo va muy deprisa.
Quizá.
Su libro me recuerda a la Odisea. De hecho, en algún momento habla de Ulises. ¿Se ha vaciado en este libro –por eso de recordar y recopilar-?
Si, bastante. Lo que ocurre es que la ventaja que tenía a la hora de vaciarme es que era un material que he ido recopilando a lo largo de treinta años. Tenía apuntes a través de lecturas, recordando viajes… Estaba muy desordenado. No sabría cómo decirlo, pero es una combinación de pena y orgullo.
¿En qué sentido?
En volver a ver todo aquello y revisar todos aquellos viajes. No sé si hoy sería capaz de hacerlos o cómo me sentiría haciéndolos.
Es otro mundo.
Sí. Ha cambiado todo mucho. Me da pena el tema de la fotografía.
Explíquese.
Te llevabas dos carretes, tenías 48 fotos, y seleccionabas mucho lo que ibas a fotografiar. Ahora, haces 60 fotos cada día y tienes un álbum de 3.000 imágenes que no vas a revisitar nunca. Estás viendo el mundo a través de la pantalla del móvil, que es con lo que se toman las fotos ahora. En vez de poder disfrutarlo en directo.

Siguiendo con la Odisea, ¿qué sería nuestra Ítaca ahora?
Me tengo que remitir a Kaváfis, que lo que importa es que Ítaca te da un motivo para hacer un viaje. Es todo tan personal… Si tú te pones una Ítaca y llegas a ella…
Malo.
Lo más probable es que te decepcione y digas: ‘Pero, ¿era esto?’.
A lo mejor es el viaje…
Eso es. Pero la pregunta que me haces es qué sería nuestra Ítaca y… fuera del efecto de los ansiolíticos no sé que sería…
(Carcajada)
Siento decirlo… Pero, veo tantísima ansiedad… Si tuviera que decir algo, sería la vuelta al mundo natural. En Tal vez viajar menciono varias veces al paisajista inglés Constable… Si me preguntas que dónde me gustaría vivir, diría que en un cuadro de John Constable.
¿Qué o quienes serían las sirenas?
Al margen de las redes sociales.
Ahí hay mucho canto de sirena.
Sí, las redes sociales son el canto. Últimamente, veo mucho una sirena, que es la gente que odia. El odio es un ansiolítico estupendo. Engancha a la gente. Le viene fenomenal dónde colgar el odio. Probablemente, los que te dicen dónde cuelgas el odio son las sirenas.
¿Quién serían en la actualidad los lotófagos y los cíclopes?
(Risas) Los creadores de fake news, que son unos tipos odiosos, que lo hacen solo por fastidiar.
Suelo preguntarles a los escritores qué opinan de las personas que presumen de no haber leído nunca un libro. Ahora si no viajas no eres nadie. ¿Cuánto nos alimentan los viajes de la imaginación?
A mí me da un poco de pena los que dicen que no han leído nunca, por decirlo con un eufemismo. También me da rabia. Incluso, a veces dicen que para combatir alguna de las enfermedades, hemos hablado de la ansiedad, pero podíamos mencionar las enfermedades neurológicas degenerativas, la gente dice: ‘Dame una pastilla’. A mí si no leo el mundo se me hace más pequeño, porque tienen unos terrenos donde no se puede cultivar nada, ni siquiera una amistad. No quiero parecer pretencioso…
Le cuento una cosa. Hace poco leí una entrevista de Marc Giró donde le preguntaban qué súper poder le gustaría tener. Contestó que ya lo tenía, porque sabía leer, podía ser quién quisiera y estar en cualquier lugar…
Sobre todo si lees ficción. Hay novelas que explican muchas cosas, incluso mejor que los ensayos. Estoy pensando… No sé cuántos libros he leído en mi vida, de algunos podría haber pasado sin haberlos leído y no hubiera pasado nada. Hay que saber qué queremos. Pero, si tengo delante a un jardinero que no ha leído en su vida, puedo obviar todos los libros que yo he leído para tener una conversación con él, porque es posible que tenga una sabiduría o me dé felicidad a partir de su trabajo… Me puede transmitir ciertas cosas.
Y el contrario.
Hay un personaje de la política española que decía que no leía nunca, ni el Marca, alguien con muy mala leche. Con este tipo de personas soy capaz de obviar todo lo que he leído para estar donde está él, pero no me voy a entenderme nunca con alguien así. Quizá el jardinero me dijera lo mucho que le gustaría haber leído lo que yo, a lo que yo le contestaría, cómo me gustaría ser capaz de cuidar las plantas como lo hace él.






















1 comentario en «“La gente que merece la pena está siempre aprendiendo”»
Eres la persona maravillosa que merece la pena y estamos muy orgullosos de ti.