Opinión

La generación del esfuerzo sin recompensa

Los jóvenes deberán retrasar su jubilación hasta los 71 años para cobrar una pensión digna.
Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) y Fundación BBVA.

Les dijimos una y mil veces: estudia, esfuérzate, fórmate, y recogerás los frutos. Fueron obedientes. Se convirtieron en la generación más preparada de la historia, acumularon títulos, másteres, idiomas, becas. Aprendieron a moverse entre trabajos mal pagados, prácticas no remuneradas y contratos fugaces, siempre con la promesa de un futuro mejor que nunca llegó.

Ahora, cuando ya deberían estar construyendo una vida digna -con estabilidad, con certezas, con sueños-, les dicen que también eso se aplaza. Que trabajarán hasta los setenta y un años. Que, si quieren jubilarse, tendrán que hacerlo más tarde y en condiciones más duras. Que el sistema, en nombre de su sostenibilidad, exige más a quienes menos tienen.

Y mientras tanto, los jóvenes -que ya no son tan jóvenes- siguen encadenando empleos precarios, sin poder emanciparse, sin poder formar una familia si así lo desean, sin poder acceder a una vivienda, sin apenas espacio para el descanso o la alegría serena. ¿Qué clase de sociedad castiga así a sus hijos?

No se trata solo de una cuestión económica. Es una fractura moral. Porque no se puede pedir esfuerzo sin ofrecer dignidad. No se puede exigir sacrificios a quienes llevan años sosteniendo sobre sus espaldas una crisis tras otra. No se puede hablar de sostenibilidad si se está quebrando la esperanza.

Esta generación -la de los currículos infinitos, las mudanzas forzadas, los alquileres imposibles- es también la que ha heredado un planeta herido, un mercado de trabajo volátil, y ahora, un horizonte de jubilación que se aleja como un espejismo. ¿Qué más se les va a pedir? ¿Qué herencia les vamos a dejar?

Los discursos que justifican este atropello repiten palabras como “realismo”, “ajuste”, “transición demográfica”. Pero detrás de cada cifra hay vidas, cuerpos cansados, proyectos rotos. Detrás de cada reforma que retrasa la jubilación hay una verdad que no quieren mirar: que estamos explotando a quienes deberían estar construyendo el mañana.

Resistirse a esta lógica no es una cuestión generacional, sino de justicia. Porque una sociedad que exprime a sus jóvenes hasta secarlos, que les roba el presente y les hipoteca el futuro, no solo comete una injusticia: comete un error. Está dinamitando su propia continuidad.

La juventud no necesita promesas vacías, sino garantías. No necesita discursos condescendientes, sino derechos. Porque no se trata de pedir privilegios, sino de recuperar lo que nunca debió perderse: la posibilidad de vivir, trabajar y envejecer con dignidad.

Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario

.

1 comentario en «La generación del esfuerzo sin recompensa»

  1. Gracias Miguel. Haber si estos gobiernos escuchan un poco a los profesores que como tu expresan los que los jóvenes y no tan jóvenes estamos viviendo y se les mueve un poquito la conciencia si es que la tienen.

    Responder

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios