Un futuro con menos trabajadores y una economía estancada. Esa es la seria advertencia que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha lanzado a España en su informe de perspectivas de empleo publicado este miércoles. El organismo pronostica que el intenso envejecimiento de la población provocará que España sea el país desarrollado que sufra la mayor caída de su tasa de ocupación en las próximas décadas, un fenómeno que amenaza con lastrar gravemente su crecimiento.
Las proyecciones son contundentes. Según los cálculos de la OCDE, la población en edad de trabajar en España se reducirá en un 30% de aquí a 2060. Como consecuencia, la tasa de ocupación (el porcentaje de personas que trabajan sobre el total de la población) se desplomará más de 10 puntos, una cifra muy superior a la caída media de 2 puntos que se espera para el resto de economías avanzadas.
Este cambio demográfico duplicará la presión sobre el sistema: si en 2023 había 0,34 jubilados por cada persona en edad de trabajar, en 2060 esta cifra se disparará hasta 0,75.
El impacto en el bolsillo y las soluciones
La OCDE traduce estas cifras en un duro impacto económico. De mantenerse los niveles de productividad actuales, el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de España crecería a un ritmo anual de apenas un 0,13% hasta 2060, un crecimiento casi nulo en comparación con la media del 0,53% registrada entre 2006 y 2019.
Sin embargo, el organismo con sede en París asegura que este sombrío panorama puede revertirse. La solución principal, según el informe, pasa por «fomentar y facilitar que los trabajadores sénior sanos permanezcan más tiempo en el mercado laboral». En concreto, la OCDE considera «fundamental» reducir la tasa de salida del mercado de los mayores de 65 años. Alcanzar esta meta, afirman, tendría un efecto tan «apreciable» que bastaría para compensar la bajada prevista del crecimiento económico.
Junto a la prolongación de la vida laboral, la organización recomienda promover la inmigración regular para hacer frente a la escasez de mano de obra. La combinación de ambas estrategias podría impulsar el crecimiento anual del PIB per cápita hasta el 0,73%. No obstante, la OCDE añade un último matiz: incluso en ese escenario optimista, España seguiría por debajo de la media de crecimiento de sus socios (0,9%), una brecha que solo podría cerrarse con una mejora significativa de la productividad.





















