La cita de todo el pueblo salmantino era en los prados junto al Zurguén. Los estudiantes, la población civil y las autoridades se dirigían con alegría y alborozo al otro lado del río para dar cuenta de los hornazos y el buen vino de la tierra. Para cruzar el río, que con las crecidas primaverales era muy ancho, se usaban barcas que los estudiantes adornaban con ramas para recibir a las prostitutas y diferenciarlas de las barcazas utilizadas por el resto del gentío asistente al festejo. Hay quien mantiene que el nombre de “rameras”, dado a las mujeres públicas, viene de lo de las ramas del Lunes de Aguas.
La figura del Padre Putas y sus pupilas, así como la de la Lechera, la mujer que amamantaba y cuidaba a los hijos de las prostitutas, se han perpetuado hasta nuestros días en un grupo de Gigantes y Cabezudos. Durante las ferias recorren la ciudad seguidos por la chiquillería que los provoca e insulta mientras ellos persiguen a palos a la gente menuda. Curiosamente, la fiesta del Lunes de Aguas peligró durante los años de la dictadura franquista. Se prohibió hablar del Padre Putas y lo que ello conllevaba. Los niños de entonces corrían tras una gigantilla a la que, incomprensiblemente, llamaban “Padre Lucas”.
Pero lo que no se pudo prohibir, por estar enraizado en las costumbres populares, fue la fiesta que, con regularidad y sin interrupciones, viene celebrándose todos los lunes siguientes al lunes de Pascua. Llegar a Salamanca la tarde de un Lunes de Aguas es encontrarse con una ciudad abandonada, vacía, solitaria. Sus habitantes han salido a los campos, por los caminos más insólitos, a comer el hornazo. Todos los salmantinos conocen su origen.
En los años ochenta, con los primeros Ayuntamientos democráticos, se llegó a escenificar el paso del río por las rameras y el Padre Putas. De la fiesta de antaño han quedado el hornazo, comida sólida donde las haya, una masa de pan con huevos duros, chorizo, lomo y jamón, el manjar más apreciado por estas tierras altas salmantinas, y, por supuesto, la salida al campo a merendar el contundente hornazo, caliente el sol o amenace lluvia. El que más sabe del hornazo es el periodista Santiago Juanes. Su disertación para entrar en el Centro de Estudios Salmantinos versó sobre esta empanada salmantina. El estudioso del Lunes de Aguas es José Luis Yuste, que ha investigado la fiesta y ha publicado un libro sobre sus orígenes.
Después de un siglo de prestar servicio, la mancebía se incendió o la incendiaron. Su clausura definitiva tiene fecha, el 4 de febrero de 1618. Más tarde, en abril de 1648, Gabriel Dávila y su esposa Felisa Solís, fundaron en la Ronda de Sancti Spíritus, cerca del desaparecido Hospital de San Sebastián, la Casa de la Aprobación de Nuestro Señor Jesucristo de las Recogidas o de las Arrepentidas de la Encarnación, donde eran acogidas las mujeres que abandonaban el oficio más viejo del mundo.






















3 comentarios en «Los prados del Zurguén»
Los prados del Zurguén muy bonitos si se cuidan porque los árboles que plantaron por la zona con máquinas que destrozaron el terreno «haber si los cuidan» este ayuntamiento todavía no se ha enterado que los árboles necesitan unos cuidados para que crezcan, por ejemplo REGARLOS o ¿solo fue para hacerse la foto y presumir de que han plantado unos arbolitos?
Y cuando la mancebía fue prohibida muchos fueron los varones que se fueron de «picos pardos»…y se siguen yendo pero ahora se camuflan en el follón de la Villa y Corte.
El *oficio mas antiguo del mundo* nunca desaparecerá… Me llama la atención que la IGLESIA haya hecho negocio también con la prostitución. Y los curas diciendo que «fornicar», incluso dentro del matrimonio, sin la intención de engendrar, resulta ser PECADO MORTAL.