Opinión

Grietas en tu fachada o te comen los mosquitos

Un murciélago común (Pipistrellus pipistrellus). (Foto: Toño García)

Estarán en estos momentos muchos lectores de Crónica leyendo el diario mientras disfrutan de sus vacaciones en los bellos pueblos que hay en nuestra provincia o, por qué no, pasándolas en la capital. El verano en nuestros pueblos trae descanso, relax, ocio, reencuentro con los viejos amigos en un ambiente cercano, con un clima que, por el cambio climático, es ya cada vez menos agradable, y con algo que de agradable no tiene nada para la inmensa mayoría: las tediosas moscas y mosquitos que pululan alrededor de la hamaca en nuestro descanso veraniego, a la caza de tu sangre o de tu bocata, y que cada vez pasan más tiempo con nosotros, también por el cambio climático.

Pero para todos los problemas que la naturaleza da, la naturaleza provee de solución. Podemos respirar en nuestros pueblos y ciudades en estas fechas sin estar acribillados a picotazos de mosquitos porque tenemos unos buenos aliados viviendo de vecinos con nosotros: los vencejos (Apus apus), que están sobrevolando por nuestras cabezas, por las calles y plazas, y aunque la mayoría no les preste atención, están arrasando con todos estos insectos voladores. Se calcula que cada vencejo puede comer entre 3.000 y 8.000 insectos al día, cazándolos al vuelo.

Pero la batalla contra los mosquitos no acaba al caer el sol. A la noche, cuando los vencejos se van a dormir, se despiertan los murciélagos y salen de su guarida con un hambre voraz. El murciélago común (Pipistrellus pipistrellus) puede depredar entre 500 y 2.000 insectos voladores cada noche. Gracias a estos buenos vecinos urbanos y rurales, tenemos un buen descanso en nuestros pueblos y ciudades.

Pero al vecino hay que tratarlo bien, y el vecino también tiene que tener una casa para poder vivir. Tanto el vencejo como el murciélago habitan en los recovecos de las fachadas de nuestras casas y edificios: en huecos en muros, cavidades entre piedras, grietas entre ladrillos, etc.… Sin causar nunca un daño estructural al edificio, y sobra decir que no se los puede desalojar de él sin permiso.

Pero mientras ellos no causan ningún daño en nuestras casas, nosotros sí lo causamos en la de ellos. El recelo por tener las fachadas nuevas, impolutas, unas veces por los habitantes y otras por la administración, lleva a reformas constantes que eliminan sus refugios. Quizá sin ser conscientes del daño, se sellan con cemento los huecos y se rellenan las juntas entre ladrillos y piedras.

Además, todas las construcciones nuevas que se hacen en un nuevo solar tras una demolición se construyen con las paredes lisas, copando el espacio de lo que fue una casa antigua llena de buenas oquedades y buenos refugios para nuestros amigos. Los materiales antiguos, como el adobe, son más propicios para ello que los nuevos, como el hormigón.

No solo son los vencejos y los murciélagos los expulsados; también las arañas, que se aprovechan de esas grietas y rugosidades que les sirven de anclaje para sus telas y para esconderse, a su vez, ellas de sus depredadores. Telas en las que, en condiciones óptimas, pueden llegar a capturar unos 30 insectos al día. Los lagartos ,lagartijas, y otros reptiles , que comen insectos, también se ven afectados.

Estamos expulsando a nuestros vecinos insectívoros de nuestros pueblos, los que nos libran de las plagas de estos insectos voladores tan molestos para nosotros. El problema no es excesivamente grave porque vivimos en la España vaciada y siempre van a encontrar una casa en ruinas o sin reformar donde lograrán refugiarse y seguir con su labor de depredadores y controladores de plagas. Además, muchas de estas actuaciones en las fachadas son necesarias y correctas, como la restauración de los edificios históricos, o —mucho más importante— los aislamientos térmicos que se están haciendo actualmente y que son la solución ecológica para la climatización de los hogares ante el cambio climático.

Pero con poco esfuerzo se pueden hacer mejor las cosas: antes de sellar, hay que revisar que no haya nidos activos; evitar las obras entre abril y agosto, cuando los vencejos y murciélagos están criando; se pueden incluir cajas nido para vencejos y refugios para murciélagos en obras nuevas. O, quizás, la mejor solución y la más sencilla: al hacer las obras, dejar la fachada rugosa y con pequeñas ranuras de unos centímetros, cerradas en el interior pero abiertas en el exterior.

De esta manera, tendremos menos picotazos de mosquitos y menos moscas zumbando en nuestros oídos, dando vueltas a nuestro alrededor en unos veranos que cada vez son más largos.

1 comentario en «Grietas en tu fachada o te comen los mosquitos»

  1. Gracias vencejos, murciélagos arañas y otras faunas. Muy bien Andrés!

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