A estos días de euforia en el mercado laboral por nuestro récord de afiliados a la Seguridad Social, de personas trabajando y la menor cifra de parados desde el 2008 habría que echarles un jarro de agua fría para devolverlos a la tierra.
Y es que el salario medio en España es muy inferior a la media de los países de referencia mundiales y no sólo de la UE y no sirven para vivir con dignidad.
Si plantear un problema es relativamente fácil, más difícil es ofrecer soluciones viables y globales para mejorar la economía general, es decir, hacer esos famosos equilibrios entre la “eficiencia empresarial” y salarios justos y suficientes para todos los trabajadores, lo que redundaría en una mejora de la economía total y de la que se beneficiarían especialmente los autónomos pobres –que también hay autónomos de alto standing- y las pymes.
Y es que en España las brechas salariales son de las mayores en los países de la OCDE, es decir, la solución pasa por reducirlas sin afectar a los beneficios empresariales. Y lo siguiente no es un milagro ya que antes se practicó.
Por eso propondríamos reducir por ley las brechas entre quienes más ganan y ganan menos empresa a empresa e institución a institución durante un periodo de cuatro años y si funciona, seguimos otros cuatro y así sucesivamente.
Con esta medida entre quienes más ganan y el resto las empresas seguirían las empresas manteniendo sus niveles de generación de ingresos, unos ejecutivos y altos mandos ganarían un poco menos y la mayoría de trabajadores más que la inflación para ir poco a poco reduciendo tan enorme diferencial.
Y, ¿quiénes pueden hacerlo? Pues los sindicatos en sus negociaciones proponiendo subidas “lineales” en los convenios. Estas subidas salariales para ajustarlas a la inflación si se hacen lineales reducen brechas, la economía general mejora, el estado obtiene más ingresos vía impuestos y seguros sociales para pagar mejor las pensiones. Esto ya se practicó durante la transición y funcionó muy bien como un añadido a los Pactos de la Moncloa que así se evitó la temida espiral inflación y destrucción de empleo.
Como ven, la solución, relativamente sencilla, no parece que encaje ni en la patronal ni en los sindicatos mientras el gobierno lo mira como si fuera un milagro sabiendo que son los jóvenes quienes más están sufriendo la “pobreza salarial”, esa en la que no vives con dignidad a pesar de trabajar.
José Luis Blanco























