Feliz como un niño en los preparativos de su cumpleaños estoy, porque ya se iniciaron por fin las obras para hacer un corredor verde en la antigua vía férrea de la Ruta de la Plata, la antigua vía abandonada existente detrás del barrio Garrido. Un proyecto en el que ha insistido y trabajado gran parte de la ciudadanía, especialmente vecinos del barrio Garrido, tanto a nivel de asociaciones como a título individual. Muchos se han dejado la piel en intentar dignificar una zona degradada, que habitualmente se usaba de estercolero, en un barrio –Garrido– que tiene muy pocas zonas verdes para el gran volumen de población que lo habita.
El barrio Garrido, como todos los barrios del extrarradio, creció a toda velocidad en los años 60 y 70 para dar un techo a toda la población que llegaba a la ciudad en busca de oportunidades, tras el éxodo rural que provocó la mecanización del campo, en una época en que la conciencia de la necesidad de zonas verdes era mínima. El barrio creció construyéndose bloques de viviendas a toda velocidad, sin prácticamente dejar espacio para plazas ni parques.
Seguramente, más por gracia que por desgracia, la vía del tren entonces en uso hizo de muro insalvable para la construcción, y hasta allí llegó el hormigón, dejando un descampado fuera del barrio para respirar aire, aunque sin una sombra.
Hoy en día no es una mera opinión, sino estudios científicos los que demuestran que vivir cerca de zonas verdes mejora la salud física, y sobre todo mental y emocional, de los habitantes. Por eso muchos veíamos ese descampado, que había quedado improductivo, como la oportunidad para hacer una buena zona verde en un barrio que lo necesita, antes de que lleguen los especuladores del ladrillo.
Después de que algunos ciudadanos ejemplares se pusieran por ellos mismos manos a la obra a construir caminos, reforestar, etc., y que las instituciones de diferente signo político se echaran la culpa los unos a los otros de por qué no se realizaba un proyecto de renaturalización ya ideado y solicitado por los propios vecinos, llega por fin el inicio de las obras.
Como vecino de Garrido, siento que se nos ha escuchado. El Ayuntamiento ha dicho en prensa que quiere hacer el proyecto participativo e involucrar a la ciudadanía en la toma de decisiones. Y ahí les cojo el guante. Como ciudadano, y también desde la prensa, ahora que he visto que se han retirado raíles y traviesas, quiero solicitarles que se mantengan los elementos ferroviarios –semáforos, agujas, etc– que hay en el trazado, y que queden en medio del camino verde, dejando testimonio de lo que fue la antigua vía férrea de la Plata. Algunos de estos dispositivos, como las agujas, ya no se utilizan, y aunque hoy en día no tienen valor económico, seguro que no tardando mucho se convertirán en patrimonio histórico.
El camino verde tiene una historia que no debemos olvidar. Que no se pierda en la memoria que, durante mucho tiempo en el siglo XX, los trenes unían las mismas ciudades que estuvieron conectadas en un principio por una importante calzada romana. Así como es interesante ver un hito de piedra con inscripciones en latín indicando la distancia por donde antiguamente iba la calzada romana, no duden que dentro de un tiempo será igual de interesante ver los mecanismos de antiguas agujas y semáforos de las vías del siglo XX.
La historia nos pasa por delante, como nos pasa la vida, y no somos conscientes. Tened por seguro que los romanos no veían el acueducto de Segovia como un monumento, sino simplemente como una obra hidráulica, como hoy podemos ver nosotros un pantano o un canal. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa obra hidráulica se convirtió en un monumento histórico.
Recuerdo con esto cómo un alcalde de esta ciudad vio el icónico depósito de agua del antiguo parque de bomberos –en lo que hoy es el Museo del Comercio– simplemente como una infraestructura hidráulica obsoleta que había que demoler. Depósitos de agua similares han sido protegidos por su valor histórico: sin ir más lejos, en Madrid, al lado de las torres KIO (Puerta Europa), hay un depósito de agua que ya no cumple su labor y que está protegido, formando parte del conjunto arquitectónico con los rascacielos inclinados y el obelisco de Calatrava. Un depósito de agua que, en mi opinión, no es mejor que el que había en Salamanca. Aquel alcalde no supo ver el valor histórico de la construcción, ni tampoco escuchar el clamor de muchos vecinos que veían la construcción como un icono de la historia de su barrio.
Pero aquel alcalde nunca se significó por escuchar a la población, ni quiso significarse por eso tampoco. Nunca habló de proyectos participativos por la ciudadanía, sino que dejaba claro que él tenía el bastón de mando, y por tanto la decisión de hasta el último detalle de una obra. Ordeno y mando, que para eso me han hecho alcalde los salmantinos.
Quiero creer que el actual alcalde, el señor Carbayo –voy a decir una palabra que no le gusta a la derecha– tiene otro “talante”. Al parecer, según ha dicho en prensa, quiere escuchar a la población a la hora de tomar decisiones y hacer el proyecto participativo. Sabiendo que, obviamente, no soy el único ciudadano al que tiene que escuchar, le hago saber que, para muchos vecinos de Garrido, los componentes ferroviarios de la zona tienen un valor sentimental. Muchos recordamos con nostalgia cuando veíamos pasar los trenes por la vía en nuestra infancia. Que queden las agujas y semáforos entre los árboles y arbustos; que los abuelos les puedan contar a los niños qué era un guardagujas –esa profesión que pasó a la historia–, aquel señor cuya función era esencial: cambiar las agujas del tren manualmente antes de que este llegara, para dirigirlo al destino correcto y que, como pasó y nos pasará a muchos, los jubilaron los ordenadores.
Así, yo que ya peino canas, podré contar a los niños que cuando yo tenía su edad y estos hombres (que al menos en los años 80 vestían con un mono de Renfe amarillo) aparecían unos minutos antes de que llegara el tren a cambiar las agujas, los chavales les solíamos vacilar gritándole aquello de “¡…al de amarillo que le pillo!”. Estas y otras anécdotas curiosas de una generación y otra deben conservarse en el nuevo corredor verde. Que historia y naturaleza se conjuguen en el lugar.
























4 comentarios en «Que no desaparezca la memoria del tren en el corredor verde»
La importancia de conocer, compartir y disfrutar de la historia y naturaleza! Gracias
Sería bonito cuanto tendríamos que aprender de antiguas costumbres y cosas la verdad .a mi me parece bien la idea .
Qué bien escrito está, y cómo me resuena lo que dices…
Creo que fue la primera vez que escuché a mi madre defender algo y quejarse de lo que iba a pasar -la demolición del depósito de agua-.
Te apoyo en esto y espero que salga adelante la protección del camino verde.
Una ciudadana del centro de Salamanca.
Que gran verdad dices cuando hablas de que hay que cuidar lo que tenemos para ser testigo del tiempo que vivimos y que las futuras generaciones puedan disfrutar de tales artilugios. Que pena que se deshicieran del depósito del agua de Bomberos, el alcaldes que nombras sin decir el nombre, pasará a la historia como aquel que tiro dicho depósito y privó a las futuras generaciones del disfrute de contemplarlo