Una fotografía a una escultura -en este caso a la de Lázaro y el ciego, de Agustín Casillas, y un micro-relato, bien en prosa, bien en verso…que todo tiene su intríngulis.
Bajo la luz de la estrella Vega luce esta escultura,
nacida del barro que don Agustín Casillas interpreta
a la musa que al oído le sopla en armonía perfecta
con la música del Tormes que la besa con dulzura.
A Lázaro, que desde Toledo volvía a su Tierra,
el desagradecido ciego le daba cuitas y cuentas:
que un obispo vendió el cielo del cementerio a tientas
ayudado por un alcalde, y todo ello sin hacer guerra.
Aprendieron de ti estas enseñanzas como un juego,
estos son hoy en España magistrados o licenciados,
y ahora que presumes de maestro, más grande será tu ego.
Deberían todos los aprendices y estudiantes grabarse a fuego
que aprender estos rentables oficios de los salmantinos
es arte y ciencia para llegar a la Villa y Corte luego.
Por. José Luis Blanco





















