España ha alcanzado una cifra récord de 44 millones de visitantes internacionales en la primera mitad de 2025, pero esta afluencia masiva esconde una nueva realidad: el gasto por turista en la hostelería está cayendo. Afectados por la subida general de precios, muchos visitantes, especialmente los británicos, están modificando sus hábitos de consumo para ajustar el presupuesto de sus vacaciones, sobre todo, entre quienes no vienen con el todo incluido.
La principal estrategia de ahorro consiste en sustituir las comidas en bares y restaurantes por compras en supermercados. En lugar de comer fuera varios días, una práctica cada vez más extendida es la de preparar picnics o comer en el alojamiento para poder reservar el dinero para las cenas. «Hemos recortado un poco haciendo picnics durante el día para luego poder salir a cenar por la noche», explicaba a la prensa británica un turista escocés de visita en Barcelona.
Este cambio de comportamiento ya tiene un impacto directo en el sector hostelero. Según la Asociación de Hostelería de Barcelona, casi la mitad de los restaurantes de la ciudad han registrado una caída de ingresos este verano. Algunos empresarios del sector confirman una reducción en su facturación de entre un 10% y un 20% en comparación con años anteriores, a pesar de haber mantenido sus precios estables.
El fenómeno no se limita a Barcelona; importantes destinos turísticos como las Islas Baleares y la Costa Brava también están notando esta contracción en el gasto. Aunque España sigue siendo un destino líder, la inflación está forzando a los visitantes a ser más selectivos con su dinero, lo que redefine el impacto económico del turismo en el país.
