La búsqueda del contento y el rechazo a la tristeza es natural y universal. Como es grato, debe ser recibido con bienvenidas y no con las puertas cerradas. Así que nada de hacer caso de catastrofistas e ir donde se levantan muros. Mejor con nervio y energía pugnar por latir con alegría, llamar donde inspire confianza y considerar que lo que cuenta no es el pasado ni el futuro, sino el presente y de lo que te rodeas.
Todos los días son de poner satisfacción en la vida de cada cual, de hallar con quien conversar, asombrarse del vuelo de los pájaros, de un incomparable amanecer, de no arrogarse méritos ajenos, respetar la opinión de los demás y proclamar que habrá victoria final sobre lo terrible de las guerras y de quienes, ambiciosos y desleales, disputan por el poder, la influencia y el dinero.
Desacuerdos hay, quienes lloran hoy mañana ríen, discursos distintos sobre lo mismo, creerse en posesión de la verdad y multitud de lenguas en las que hablar. Nada comparado con la herencia recibida, la solidez de la tierra, la inmensidad del mar, haya aire para respirar y gente ejemplar. A todos nos calienta el mismo sol, andamos por parecidas calles y tenemos igual principio y fin.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
Aliseda, una puta coja (2018)
Lluvia de cenizas (2021)
Puesto a recobrar el aliento (2023)
Sombras en el jardín (2024)























