La feria de día baja la trapa

Las casetas comienzan a desmontarse entre este marte y miércoles
Contenedores de varios estilos, modelos y tamaños en la zona más monumental de Salamanca, con la Casa de las Conchas y la Clerecía al fondo.

Se acabó la feria de día entre este martes y miércoles desaparecerán las casetas de las calles de Salamanca.

Hosteleros, clientes, ciudadanos de a pie y vecinos tendrán una visión muy diferente de lo que ha sido la feria de día este año, como ha ocurrido en otras ediciones. Al margen de las valoraciones, hay una irregularidad que se repite año tras años, la misma basura acumulada en las calles y la total falta de protección hacia nuestro patrimonio histórico -solo por el simple hecho de estar colocadas junto a la Casa de las Conchas y La Clerecía en plena Rúa-, donde colocaron contenedores de todos los tamaños, colores y modelos.

Eso sí, en la presentación de la feria de día aseguraron que iban a cuidar y proteger los monumentos. La contaminación visual también es un deterioro al patrimonio. «Cuando acaba la jornada, los contenedores llenos. Todo delante de los monumentos que dicen respetar. Todo sea por la cerveza, la panceta y la fritanga, que es lo que importa en estos tiempos», señalan los vecinos de la Rúa.

Los contenedores a rebosar delante de la Casa de las Conchas y La Clerecía.

Resulta incomprensible que se permita servir vasos de plástico junto con botellas de vidrio, cuando está prohibido expresamente el uso de vidrio en la vía pública por razones de seguridad. «Este descontrol es solo un ejemplo más de una feria que parece funcionar sin planificación ni vigilancia, con el consiguiente riesgo para quienes participan en ella y para quienes, simplemente, intentan convivir en una ciudad tomada por un modelo desfasado», apunta Chenche Martín Galeano, líder de Por Salamanca.

La feria tampoco ha logrado atraer a tanta gente como en otros tiempos: en muchas zonas se percibió claramente una menor afluencia de público, lo que confirma que la fórmula se agota y que hace falta un cambio profundo. «La ciudad no puede seguir atrapada en un esquema que no ilusiona, que no respeta el entorno y que solo genera molestias», matiza Martín Galeano.

Mientras tanto, los vecinos continúan siendo los grandes perjudicados. El ruido a ciertas horas es muy molesto, especialmente en áreas sensibles como la Casa de las Conchas, donde la convivencia se rompe cada día de fiesta o Rector Lucena. Salamanca, Patrimonio de la Humanidad, merece algo más que un experimento que deteriora la calidad de vida de quienes habitan su centro histórico.

En total se colocaron 28 casetas, distribuidas en cinco zonas de la ciudad, algunas, como La Alamedilla no tenían otros negocios próximos, pero La Rúa, Rector Lucena o plaza del Mercado sí que tenían pequeños comercios u otros establecimientos, en cuyas puertas o escaparates se ha tenido poco cuidado a la hora de colocar contenedores.

Por otra parte, se ha echado de menos que no hubiera muchos aseos. En varias zonas, los aseos portátiles son inutilizables por la suciedad y la falta de personal de limpieza, lo que provoca que las calles se conviertan en improvisados urinarios, con el consiguiente daño para el patrimonio, los portales y la dignidad de la ciudad. «¿El resultado? insalubridad. Impropio de una ciudad que presume de su patrimonio y que debería cuidar a vecinos y visitantes por igual», matiza el líder de Por Salamanca.

Ambiente en las casetas este lunes, último día de la feria de día en la plaza de Los Bandos.

Desde Por Salamanca lo tienen claro: con una mínima planificación se podría organizar una Feria de Día limpia, innovadora, atractiva, participativa, que garantice la diversión pero también el respeto. «Nuestra propuesta es una feria en el ferial, con higiene asegurada, con control del ruido, con servicios dignos, que no convierta cada esquina en un urinario ni cada portal en un vertedero, que no tape comercios ni moleste a los vecinos, sino que proteja el patrimonio y potencie la imagen de Salamanca. Porque lo que tenemos ahora no es éxito, sino fracaso disfrazado de fiesta. La ciudad merece un modelo de feria que esté a la altura de lo que somos y de lo que queremos ser», concluye Martín Galeano.

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