Para quienes transitamos a diario en el transporte público, el autobús metropolitano que conecta las grandes urbes con los entornos rurales o, como es mi caso, residenciales, el culebrón del verano ha sido, sin duda alguna, las nuevas tarjetas del bus que iban a permitir el viaje gratuito a todos los usuarios. Primero se filtró, como un rumor suave y persistente, la noticia de que la Junta de Castilla y León tenía la intención de convertir el transporte metropolitano en un servicio gratuito para todas las personas.
Lo cierto es que noticias aparentemente buenas como esta son recogidas por los ciudadanos ya, lamentablemente, con el escepticismo al que nos ha llevado, y en el que nos ha instalado durante las últimas décadas, la ineficacia de muchas iniciativas en las que todos hemos percibido más la propaganda electoral que el verdadero servicio a la población. Así lo expresa ese poema tan hermoso de Julia Bellido que dice: “Con algunas personas sucede. // El primer fogonazo te deslumbra / abriéndote una zanja entre los ojos. / Oyes música incluso. // Después es todo humo. / Justamente ese humo / que deja una bengala al apagarse”.
Así, sin mucha fe, pero con cierta expectación, fueron pasando los meses hasta que pareció claro antes de finales de curso que (y en esto los conductores con su mayor conocimiento resultaban ser los heraldos de la buena nueva) efectivamente así iba a ser. Antes de julio para los jóvenes o menores de edad, y desde el 1 de julio para los “adultos”, todos los usuarios habrían de solicitar a través de internet la nueva tarjeta antes del 1 de septiembre. (Pienso en qué pasa con las personas mayores que no se manejan con las nuevas tecnologías…).
Se nos dijo, además, que a partir del 1 de septiembre quien no hubiese solicitado la tarjeta habría de abonar el billete íntegro, y quien dispusiese aún de fondo en la tarjeta ya no válida podría solicitar que le fuera reintegrado. El caso es que solicité mi tarjeta uno de los primerísimos días de julio, enviando además mi certificado de empadronamiento. Mi marido tardó en hacer su solicitud más de dos o tres semanas… Y esperamos. Él en realidad poco, pues unos días después recibió por correo una flamante tarjeta roja con su nombre, durante unos días de agosto fue la envidia del autobús, y los conductores le preguntaban sorprendidos: “¿Es cierto que tienes una tarjeta ya?”.
Pero, aunque la tarjeta roja fue para él, la expulsada del paraíso parecía ser yo, que esperé y esperé todo agosto hasta pocos días antes de septiembre. Para entonces mi marido ya tenía, además de su flamante tarjeta roja, otra tarjeta virtual enviada por correo electrónico y portadora de un código QR que le permitiría viajar sin “gastar” la tarjeta física. Pocos disponían de la tarjeta física, y ya iban siendo unos cuantos los que al menos tenían la virtual. Solo unos días antes de septiembre yo recibí un correo de la Junta denegándome la tarjeta por no encontrarme empadronada en Castilla y León, precisamente yo, que les había enviado una copia de mi certificado de empadronamiento en Santa Marta de Tormes. Lo hice, de nuevo, otra vez, el mismo día que recibí ese correo y en cuarenta y ocho horas tenía mi tarjeta virtual. Ufff… ya me estaba poniendo nerviosita.
El lunes uno de septiembre cuando mi marido subió al bus y fue a pasar su flamante tarjeta roja se encontró con que no servía para nada, vamos, solo para fardar, pues carecía de código alguno o banda magnética. Era un trozo de plástico sin más, como un pastel sin azúcar, una novela sin palabras, un verano sin sol. Afortunadamente se había descargado en el móvil antes de salir de casa la virtual recibida por correo-e. Y también llevaba la tarjeta anterior pues, en el fondo, todos ya esperamos el fogonazo que deslumbra y acaba en humo. Lo que en esta ocasión se iluminó con la bengala y el bluff de la tarjeta fue descubrir, de pronto, que quien hizo las tarjetas debió de olvidarse añadirles el código QR sin el cual de nada servían, hasta que alguien se diera cuenta del error. Entonces el plan b debió de ser las virtuales, que los usuarios comenzaron a recibir más o menos “rápido”. Tarde y mal, en cualquier caso.
Al fin y al cabo, él viajó sin coste, pero la mayoría de la gente ese día, y el resto de la semana, hubo de hacerlo con las tarjetas viejas y el saldo que le quedara, o pagando el billete, con el consabido cabreo hacia quienes siempre dan la cara, los conductores. Antes soportaban el malestar de los usuarios por los errores de su empresa (autobuses en mal estado, retrasos de todo tipo, averías que obligan a bajar de un autobús y esperar el siguiente, etc.) y ahora, también, han de llevarse las tortas de la falta de competencia de la administración.
No es una odisea personal sino colectiva de miles de salmantinos, en este caso. Podría ser más agriamente contada, y con más datos, si hubiera sido una de las personas que desde el 1 de septiembre siguen pagando. No sé de leyes, pero sí de discriminación. ¿No hubiera sido mejor asumir como propios los errores de funcionarios o empresas asociadas y permitir el 1 de septiembre que todo el mundo viajase gratis en lo que se solucionaba la chapuza? Resulta difícil no preguntarse hasta qué nivel de falta de consideración hacia los ciudadanos son capaces de llegar las Administraciones públicas.
Yo tengo la suerte de asomarme a la ventana que me ofrece La Crónica de Salamanca y contarlo en nombre de otros. Resulta paradójico que una de las variables que den la medida de lo civilizada que es una sociedad sea, desgraciadamente, la cantidad de cabreo que es capaz de soportar la población: cabreo burocrático o de corrupción allí donde sí hay un sistema democrático. Cuánto tarda en liarse la manta a la cabeza una población para llegar a sucesos como Fuenteovejuna, el movimiento sufragista o, por qué no, aunque no sea el caso, la Revolución Francesa.























3 comentarios en «¿Bus gratis para todos?»
Yo la pedí a primeros de Julio,todavía la estoy esperando,hace un mes volví a pedirla y hoy 16 de Septiembre,sigo esperándola, ahora estoy de vacaciones,pero el mes que viene necesito coger 4 autobuses diarios para ir y volver de trabajar,y tengo que pagarlos? Menuda chapuza,prefería mi combinada a menos de 20€,.
No pages. Ve con tu empadronamiento en la mano. Y dile al conductor, que por un retraso del que no eres culpable tienes derecho al viaje gratuito, pero que el unico requisito es el DNI o TIE y estar empadronado en Castilla y León. Y tienes ahi los dos documentos. Que tú sabes que tienes derecho y que cuando recibas el codigo QR o una tarjeta valida la usaras.
Por cierto solicito una campaña de colaboración ciudadana, bien gestionada por ayuntamientos, la USAL, Cruz Roja,… o de forma espontanea, para ayudar a la gente mayor o con problemas para manejar la tecnología con la desgarga del codigo QR en su movil.
Cuanta razón tiene la articulista y que bien lo expresa.
Lo del bus de todo el alfoz es una odisea pero me centro en el de santa Marta que es el que padezco a diario. Solicite la tarjeta del Buscyl en cuanto se abrió el plazo y hasta hace un par de días no me ha llegado el dichoso QR. Han salvado la cara de su incompetencia mandando el dichoso QR deprisa y corriendo peeo y las personas que no se manejan por internet, o que están solas y nadie puede sacarlas del apuro. Un fiasco auténtico.