El Gobierno prepara una nueva ley para prohibir la publicidad de alimentos no saludables dirigida al público infantil. El ministro de Consumo, Pablo Bustinduy, anunció la medida este viernes como un paso decisivo en la lucha contra la obesidad infantil. «Ahora vamos a proteger a niños y niñas de la publicidad de los alimentos», afirmó.
La decisión se apoya en datos preocupantes. Según el ministro, los niños españoles están expuestos a más de 4.000 anuncios de comida basura al año, una media de once al día. Bustinduy destacó que esta exposición publicitaria tiene un efecto especialmente negativo en la salud de los menores de familias con menos recursos.
Un plan que ya se intentó en el pasado
Esta no es la primera vez que se plantea una medida así. La iniciativa recupera un plan que el exministro de Consumo, Alberto Garzón, ya puso sobre la mesa en 2021. En aquel momento, la propuesta generó un fuerte rechazo por parte de la industria alimentaria y publicitaria, y finalmente no prosperó.
Con esta ley, España seguiría el camino de otros países europeos como Reino Unido, Portugal o Noruega, que ya aplican restricciones similares para proteger la salud infantil, en línea con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Qué pasó cuando ya se intentó algo parecido en 2021
Cuando el Gobierno intentó regular la publicidad en 2021, la industria alimentaria y publicitaria se opusieron frontalmente con una serie de argumentos que, con toda probabilidad, volverán a surgir.
Aquí tienes los principales puntos de su rechazo:
- Defensa de la autorregulación: El argumento principal del sector es que ya existe un sistema de autocontrol, el Código PAOS, que consideran suficiente. Sostienen que este código, acordado voluntariamente, ya establece normas éticas para la publicidad dirigida a menores y que la industria puede regularse a sí misma sin necesidad de una ley impuesta.
- Ataque «gratuito e injustificado»: La industria, a través de su patronal (FIAB), consideró la propuesta del Gobierno como un «ataque gratuito» que demonizaba a todo un sector. Argumentaron que se les señalaba como los únicos culpables de un problema multifactorial como es la obesidad infantil.
- Impacto económico y falta de diálogo: Advirtieron del posible impacto negativo en el empleo y en la actividad económica de las empresas alimentarias y las agencias de publicidad. Además, se quejaron de que el Gobierno actuaba de forma «unilateral», sin dialogar con ellos para buscar soluciones consensuadas.
- La obesidad es un problema multifactorial: Otro argumento clave es que la publicidad es solo uno de los muchos factores que influyen en la obesidad infantil. Señalan otros elementos como la falta de actividad física, los hábitos familiares o la educación nutricional como causas más importantes, sugiriendo que la ley se enfoca en un aspecto secundario del problema.
El sector defiende su capacidad para autorregularse, rechaza ser el único señalado por un problema complejo y advierte de las consecuencias económicas de una ley que consideran impuesta sin el debido diálogo.
Qué dice la OMS sobre la comida basura
Entender los criterios de la OMS es clave, porque son la base científica de la ley. No se trata de una lista arbitraria, sino de un modelo técnico.
¿Qué se considera «comida basura» según la OMS?
El modelo de la Organización Mundial de la Salud no prohíbe ingredientes, sino que establece límites máximos para ciertos nutrientes por cada 100 gramos de producto. Si un alimento o bebida supera el umbral de azúcares, grasas saturadas o sal establecido para su categoría, se considera que no es saludable y, por tanto, su publicidad no debería dirigirse a menores.
¿Qué alimentos se verían afectados?
Aplicando estos criterios, la publicidad de la gran mayoría de los siguientes productos quedaría prohibida:
- Productos que NO se podrían anunciar:
- Golosinas y chocolate: chocolatinas, caramelos, bollería industrial.
- Cereales de desayuno azucarados: casi todos los dirigidos específicamente al público infantil.
- Bebidas azucaradas: refrescos, zumos envasados con azúcares añadidos y bebidas energéticas.
- Postres lácteos y helados: la mayoría de yogures azucarados, flanes, natillas y helados.
- Comida rápida y procesados: galletas saladas, patatas fritas de bolsa, pizzas, hamburguesas industriales o salchichas.
- Productos que SÍ se podrían anunciar:
- Alimentos frescos sin procesar como frutas, verduras, legumbres, pescado o carne.
- Productos como el aceite de oliva, los frutos secos sin sal ni azúcar o el agua.
El objetivo es claro: proteger a los niños de la promoción de productos con alta densidad energética y pobres en nutrientes, que son un factor de riesgo directo para el sobrepeso y la obesidad.





















