Ruidos y más ruidos y un agujero negro en el cerebro en el que ya no caben más. Necesitamos una tregua, calmar el pensamiento y reducir el estrés. Hay que taparse los oídos o buscarse un entorno natural sin contaminación acústica, para que hecho el silencio nos podamos recuperar. El silencio activa la memoria, aplaca la ansiedad y da descanso al pensamiento. Un silencio equivale a mil palabras, en este caso de protesta a tanto ruido.
Por lo demás, es bueno callar a tiempo. Ayuda a pausar los pensamientos y controlar las emociones. Hablar demasiado acaba haciéndolo insustancial, que se cuenten historias largas llenas de detallas nimios y entrometerse desviando el foco en conversaciones serias y, lo peor, hacerlo de sí mismo en grado superlativo y aburrido. No es fácil saber escuchar, tener algo que decir, ir al grano y ser oportuno al decirlo.
El demandar silencio no es solo por evitar esos ruidos que se convierten en estruendos y perniciosa opresión, es también que nos evite oír a los que gritan queriendo imponer su razón, buscan provocar broncas, jalean los bombardeos y rechinan los dientes cuando el premio se lo dan a otro. Ya saben, los cántaros cuanto más vacíos están más ruido hacen.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
Aliseda, una puta coja (2018)
Lluvia de cenizas (2021)
Puesto a recobrar el aliento (2023)
Sombras en el jardín (2024)
2 comentarios en «Pausa con silencio»
Tema muy interesante
Nos encontramos inmersos en una sociedad bulliciosa y alterada en todos lo se ámbitos
Como bien señala el escritor ser miembro activo y a la vez pacificador es positivo .
Mejor estar callados si no se puede mejorar el silencio, pero parece misión imposible