Las pipas: pros y contras

Contienen nutrientes muy beneficiosos, pero consumirlas en exceso puede ser perjudicial
Un puñado de pipas de girasol (Pixabay)

Las semillas de girasol se consumían en la España de posguerra para intentar paliar el hambre. Pero afortunadamente los tiempos cambian y ahora las consideramos más algo para picar entre horas. Pero las pipas tienen excelentes propiedades nutritivas.

Aportan vitaminas B y E, colina (buena para el cerebro, la memoria y la salud del hígado), además de ácidos fenólicos y flavonoides, que actúan como antioxidantes para proteger las células para evitar enfermedades. Incluso nos ayudan a tener un buen cabello, gracias a sus aminoácidos esenciales, que ayudan a preservar al mantenimiento de las estructuras capilares.

Aunque también contengan hierro, potasio, selenio, yodo, magnesio y zinc, lo idóneo es consumirlas con moderación. ¿No ocurre lo mismo con los demás alimentos? Las pipas, aunque adictivas y divertidas de comer, no podían ser una excepción. Es cierto que pueden hasta combatir la hipertensión, que son antiinflamatorias, antimicrobianas y antivirales, pero también hay que saberse controlar.

Sobre todo por las grasas que contienen: un puñado de pipas de girasol tiene, según la Fundación Española de Nutrición, 200 kilocalorías. Aunque la mayoría son grasas insaturadas (beneficiosas para el corazón e idóneas contra el colesterol), otra parte, en concreto 2 gramos, son saturadas y, por tanto, no saludables.

Esta cantidad de pipas presenta en su composición, además, otra sustancia poco recomendable en cantidades elevadas: el ácido linoleico. Aunque es un ácido graso omega 6, provechoso para el crecimiento, su ingesta excesiva puede causar enfermedades cardiovasculares.

Mejor sin sal

Lo más sano, como sucede con todos los frutos secos, es consumir estas semillas sin sal, porque este ingrediente dificulta la absorción de sus numerosos nutrientes y tampoco es adecuado para personas con la tensión alta.

Las pipas son un picoteo entretenido, pero también puede formar parte de nuestra mesa, tanto en ensaladas, como en toppings para tostas e incluso en platos más elaborados, como queso vegetal o salsas tipo besamel.

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