José C. Vales: «El mundo me parece muy agresivo y lleno de personas que molestan»

José C. Vales es el ganador del Premio Nadal por su novela 'Cabaret Biarritz'.

El escritor zamorano estudió en Filología en la Universidad de Salamanca y acaba de obtener el Premio Nadal por su novela ‘Cabaret Biarritz’, editorial Destino

 

¿El título de su blog ‘las luciérnagas no usan pilas’ tiene algo que ver con que usted sea noctámbulo?
(Risas) Supongo que sí, pero la idea era fijarme en esos animalillos que son unos insectos aparentemente insignificantes que tienen la maravillosa posibilidad de dar luz. No necesitan ningún aderezo extraño, ni ayuda de nadie. Muchas personas, muchos libros y muchos autores somos pequeños pero aún así podemos dar luz en algún momento dado. Además, la frase me resultaba divertida.

Además de periodistas, editores y enterradores. ¿Quién saca provecho de los muertos?
(Risas) Guarda relación con algo que decía Ernest Hemingway en ‘París era una fiesta’. Él explicaba cómo los directores de los periódicos intentaban alargar los sucesos escabrosos, luctuosos, para que se convirtieran casi en folletines y vender más. Me pareció divertido que los periodistas que están en la novela (Cabaret Biarritz) fueran conscientes de ello. Por otro lado, mi admiración hacia el periodismo es total, porque quise ser periodista y no pude serlo por razones económicas y familiares. Siempre he tenido la idea de que los periodistas quieren desvelar la verdad que hay detrás, que el poder intenta taparlo, y eso ocurre también en la novela.

Y en la realidad…
Sí. Los lectores podemos ser muy críticos, aunque los más críticos con el sector periodístico sois vosotros mismos. De lo que no cabe duda es que nosotros acudimos a los periodistas para que nos cuenten la verdad y al fin y al cabo, podemos protestar mucho, pero al final acudimos a vosotros para que nos la contéis.

¡Qué bien se vive en la ignorancia!
(Carcajada) Bueno, nos contáis al menos una parte de la verdad.

José C. Vales, escritor zamorano, obtiene el Permio Nadal con 'Cabaret Biarritz'.
José C. Vales, escritor zamorano, obtiene el Permio Nadal con ‘Cabaret Biarritz’.

Volvamos a la novela que le ha dado el Premio Nadal ‘Cabaret Biarritz’. Está ambientada en los años veinte. ¿Fueron tan felices?
No lo sé. Decía un autor de novela histórica del siglo XIX que ellos escribían teniendo en cuenta que la historia medieval que ellos se inventaban era la que nos interesa a nosotros. Cuando me he trasladado a los años veinte, quizá los he mitificado porque me interesaba para contar una determinada historia. No sé si felices, pero sí locos, a juzgar por la imaginería o por los productos gráficos o fotografías que he consultado. Desde otro punto de vista, también fueron revolucionarios por el cambio de indumentaria, porque se empezaron a utilizar con asiduidad los automóviles, los aviones, las radios, el teléfono,… Había productos tecnológicos nuevos. Desde el punto de vista del arte, las vanguardias dieron un impulso. Había distintos movimientos, incluso el totalitarismo tuvo su importancia. Fueron años locos y desde luego, es como si la sociedad europea tuviera ansias de venganza feliz respecto a la Gran Guerra. Estaban dispuestos a beber todo el champagne que encontraran en las bodegas francesas y en cierta manera fue así, pero sólo duró una década.

En su novela se cuenta un hecho desde 30 puntos de vista diferentes. ¿Cada persona podemos ver una realidad del mismo hecho?
Cuando estudiaba Filología decíamos al desgranar La Celestina que los personajes no se describen tanto por lo que dicen de sí mismos, como por lo que los demás dicen de ellos. Creo que esto también ocurre en la realidad. No somos tanto lo que nosotros pensamos de nosotros mismos, como lo que piensan de nosotros los que nos rodean. Probablemente, hay una mezcla de ambos. Utilizar tantos personajes sirve para dos fines: Para dar distintas perspectivas sobre uno o varios hechos concretos y para dar lo que me interesa especialmente, que es una especie de paisaje social, urbano de esos años.

¿Qué papel juega el humor en nuestra literatura?
A mí me parece que la literatura española últimamente se ha puesto demasiado solemne, a lo mejor con razón. Un país que sufre una Guerra Civil y 40 años de dictadura no está para demasiadas risas, pero lo que es cierto es que la literatura española siempre ha tenido en el humor un punto de apoyo muy importante. No veo por qué la literatura puede desmerecer con el humor o el humor puede ser un negativo a la hora de considerar la literatura con cierta solvencia. Estoy pensando en El Lazarillo, en El Quijote, que fue en realidad un libro de risa, aunque después se convirtió en casi una metáfora de nuestra esencia y de nuestro país, incluso del género humano, en Quevedo, en el mismo Larra,… Siempre tuvimos un pie apoyado en el humor. Además, he estudiado durante algún tiempo la novelística británica del siglo XIX y para ellos, el humor es un componente esencial de la literatura y concede valor a los libros. Se puede ver en Dickens, que es un autor que me gusta muchísimo, y en otros más de esa época.

José C. Vales estudió Filología en la Universidad de Salamanca.
José C. Vales estudió Filología en la Universidad de Salamanca.

En su novela, un escritor vuelve al lugar de los hechos 15 años después. ¿Es importante tener opiniones de primera mano para hacer un buen relato?
No sé. He tenido la documentación, obviamente de segunda mano, también he estado en Biarritz, que eso sería de primera mano. En fin, no sabría qué contestar. Lo que sí es cierto es que la documentación es esencial en la creación literaria. Teniendo en cuenta que hay lugares a los que uno acude buscando documentación y hay que tener mucha precaución. Cuando acudimos a Internet hay que poner muchos filtros porque es un gran vertedero. Puedes encontrarte un reloj de oro, o unas perlas, o un anillo muy caro, pero también hay mucha basura. Es como los niños de la India o Filipinas que van a buscar al vertedero objetos de interés. Es una imagen que siempre acude a mí cuando estoy en Internet.

Siguiendo con los tres lustros. ¿Qué o quién llamaría la atención ahora para convertirse en un libro para convertirse en argumento de un libro?
A mí me parece una sociedad anclada en las pantallas. Nos pasamos la vida mirando el teléfono, la televisión, el ordenador,… y cuando pienso en estos personajes que he descrito en ‘Cabaret Biarritz’ que ven el horizonte del mar… Es como si tuvieran una visión más amplia, tal vez idealizada, no lo sé, pero era más grande. Estaban dispuestos a socializar en términos reales, no como nosotros socializamos en las redes sociales, que es lo más antisocial que uno puede imaginarse. Me parece un mundo, el nuestro, muy agresivo, que está lleno de trols que molestan por molestar. Además, a veces tengo una visión de un mundo aburrido y desagradable.

Como filólogo que es. ¿El castellano tiene una palabra adecuada para expresar una situación?
Las lenguas tienen la capacidad de describir lo que les sucede a sus hablantes. Nosotros no tenemos veinte nombres para describir el color blanco, pero los esquimales sí. Nosotros podemos describir lo que sucede a nuestro alrededor, pero difícilmente podemos describir lo que no sucede, porque lo desconocemos. Los japoneses tienen una palabra para definir esa acción que consiste en quedarse en tu casa enclaustrado, sin ninguna interactuación social salvo por los medios informáticos, nosotros no la tenemos, aunque me temo que no tardaremos mucho en tenerla (risas).

El escrito zamorano es además, traductor.
El escrito zamorano es además, traductor.

Es traductor, ¿qué opina de la expresión: ‘Traductor traidor’?
Que es un clásico y que tiene un tanto de verdad, porque la sinonimia exacta no existe. Lo que tratamos los traductores es trasladar a una lengua conocida un texto que los lectores pueden no conocer. Es un trabajo que tratamos de hacer lo más honradamente posible, pero sabemos que la traducción exacta, no solamente en las palabras sino en el sentido, no es posible. Y no es posible por hecho básicos, el sonido también es significativo. Decía Cervantes que tenía que haber traductores, porque de algo habría que vivir, no los consideraba mucho, pero a mí me ha permitido leer a autores rusos, franceses, italianos, incluso a muchos ingleses o americanos a los que durante mucho tiempo no he podido leerlos en su idioma original y gracias a los traductores he tenido acceso a ellos.

Además de ‘Cabaret Biarritz’, recomiéndonos algún libro para esta Semana Santa.
‘La hija de Robert Poste’, de Stella Gibbons. Stella Gibbons fue una periodista británica que tuvo que luchar mucho para hacerse un hueco y tiene una manera de escribir muy periodística, pero muy concentrada e irónica. Uno de mis autores favoritos junto con Dickens es Anthony Trollope, cualquiera de él estaría bien, porque es uno de los grandes, grandes autores.

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