Opinión

500 años de la Capilla Dorada

La Capilla Dorada de la Catedral Nueva.

En 1525 se concluyó la construcción de la Capilla de San Pedro, de Todos los Santos o Dorada, de la Catedral Nueva de nuestra ciudad. Capilla funeraria, expresión de la voluntad y del deseo de permanencia eternas más allá de la muerte. Una de las primeras obras del Renacimiento español donde conviven el final del gótico y el nuevo estilo ‘romano’.

Francisco Sánchez, Arcediano de Alba, natural de Palenzuela es el poderoso señor y artífice que nada más iniciarse la obra de la nueva Catedral se compra una capilla en previsión de su cercana muerte. Desde julio de 1507 hasta 1514 vive en Roma en el mismo Palacio del Vaticano. Está allí por un motivo económico: defender los intereses y prebendas de los beneficiados catedralicios salmantinos.

Vivía enfrente de la fachada de la Universidad. Y aunque tiene muchos familiares es la Capilla Dorada la que queda como heredera universal de todos sus bienes. La construcción de la Capilla no era solo para tener un lugar para su enterramiento y los de su familia, era sobre todo para   establecer un espacio para que los capellanes pudieran celebrar las misas de réquiem en sufragio de los difuntos.

Con su cargo de protonotario apostólico le debió de ir bien en Roma. Se trajo también el título honorífico de Arzobispo de Corinto. Era un clérigo de amplia cultura y saberes que pudo conseguir en sus años romanos en contacto con los nuevos aires renacentistas y cortesanos. Mientras Gil de Hontañón y Juan de Álava, arquitectos, se pelean por el inicio de la obra, nuestro Arcediano en 1524 extiende el documento de la compra de su capilla aún sin tener todavía el techo abovedado y estando detenida la obra del resto de la nave mayor.

Para que el Arcediano pueda ir disfrutando y planeando de sus obra se abre una puerta que la comunica con la Catedral Vieja que existe todavía en cuyo dintel puede leerse la divisa del de Palenzuela: Dominus michi adiutor non timedo -Si Dios está conmigo, nada temo-.

El interés del Arcediano está dirigido a crear un lugar idóneo para que se rece por su alma después de su muerte. Está en alza la doctrina sobre el purgatorio como sitio de indecisión que se abría entre el cielo y el infierno. Después de Carlomagno las misas dejaron de ser una ofrenda a la humanidad universal, para convertirse en misas de muertos. La liturgia romana convirtió el memento de difuntos en toda la plegaria eucarística.

La estructura de la Capilla es de Juan de Álava y la ornamentación escultórica del maestro Gil de Ronca (francés). Pudo traerle desde Zamora Gil de Hontañón. Está documentado como imaginero en Salamanca desde agosto de 1524 y noviembre de 1525. Por lo tanto, la labor suya en la catedral quedó reducida a esta Capilla. No tuvo tiempo para más. A la vez que Ronca hacía las esculturas, Juan de Álava concluía la bóveda.

En la clave del arco de entrada campea el escudo del Arcediano. Es la única capilla de toda la catedral que tiene este distintivo. La decoración arquitectónica y escultórica de la Capilla fue un auténtico taller de experimentación de las obras del resto de la catedral salmantina. El estilo de las esculturas no es uniforme. Hay uno dominante en su mayor parte mas gotizante con influencia de la escuela burgalesa Y otro más finamente trabajadas de estética romana o renacentista. Toda la Capilla, iglesia en pequeño, es una autentica representación de la corte celestial, incluso la bóveda se pintó cuajada de estrellas, como si fuera el cielo.

Sería largo describir cada una de las esculturas. Solo comentar que la figura de la muerte en la hornacina de lo alto se muestra no para asustar sino como reguladora del comportamiento moral de la persona mientras -viva; la muerte como la lucha de la virtud con el vicio en el tránsito final-. Es una idea renacentista: las figuras de la muerte y del pecado (lujuria acechante) interrumpen el sueño del moribundo y este se defiende ayudado de la Virtud y la Religión.

Otro rasgo iconográfico original son las figuras de las Sibilas, puestas aquí como un acercamiento cultural al mundo clásico de la antigüedad. Se hace así eco de las nuevas inquietudes humanísticas del Renacimiento italiano. A la vez la presencia de las Virtudes es un rasgo de la ética secularizada del pensamiento renacentista y de la pedagogía del Humanismo que enfatiza los valores éticos laicos paralelamente a los religiosos. Esto demuestra la importancia de este hombre culto -despreciado e injuriado por el resto de la beneficiados catedralicios- de la Salamanca del XVI que adapta el Renacimiento literario e iconográfico del mundo clásico a su propio universo religioso.

Interesantes también son los sepulcros: el propio del Arcediano, el de sus padres y su pequeño hermano. El de su hermano Antonio, también protonotario en Roma y el de su sobrino Martín de Palenzuela.

Otros elementos importantes: el zócalo de bella azulejería talaverana, el órgano de época, la reja de muy buena factura de Esteban de Buenamadre, el campanile… y las pinturas de Juan de Montejo y Alonso de Morales. Y un retrato de este personaje de influencia leonardesca que no se ha movido nunca de su sitio.

En fin, un milagro que esté todo tan bien conservado después de 500 años. Hagamos un esfuerzo por contemplarla. No nos arrepentiremos.

5 comentarios en «500 años de la Capilla Dorada»

  1. La catedral nueva tiene en común a los Hontañon que trabajaron en la construcción de la catedral de Segovia , última catedral gótica de España, muy interesantes ambas catedrales.

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