Hacer pan en casa parece sencillo, pero pequeños fallos pueden arruinar el resultado. Según el panadero Jussi Murtomaa, la mayoría de los errores se cometen por desconocimiento de cómo funcionan los ingredientes. La masa perfecta, explica, debe ser suave y firme, sin pegarse a las manos.
El error más común es añadir la sal directamente sobre la levadura al principio del proceso. «La sal inhibe la acción de la levadura, impidiendo que la masa fermente y suba correctamente», advierte Murtomaa. El resultado es un pan denso, pastoso y con un sabor dominado por la levadura en lugar del cereal. La solución es sencilla: incorporar la sal casi al final del amasado, cuando la masa ya está desarrollada, para no dañar su estructura.
El segundo fallo habitual es usar demasiada harina para que la masa no se pegue. Aunque la intención es buena, el exceso de harina endurece el pan y le resta esponjosidad. El experto recomienda utilizar la mínima cantidad posible y confiar en la elasticidad que la masa desarrolla con un buen amasado.
Además de estos consejos, Murtomaa recuerda que factores como la humedad del ambiente influyen en el resultado y que, como en todo, la práctica y «ponerle corazón» son clave. Un último truco profesional para mejorar el acabado es pincelar los panecillos recién horneados con agua azucarada, lo que les da brillo y los mantiene frescos por más tiempo.





















