En la conversación espontánea, abierta y clara es donde se crea empatía, se tiene la sensación de ser valorados y ayuda a desarrollar habilidades. Malo es acomodarse solitarios ante una pantalla, pendientes de comunicaciones visuales y digitales sin interlocutor presencial. La rutina de escuchar y ver sin hablar acaba convirtiendo a personas activas y comunicativas en pasivas y calladas.
La conversación promueve el entendimiento y favorece la comprensión, modo de abrirse a nuevas ideas y opiniones, incluso con las que en principio se discrepa. Los acuerdos y la colaboración requieren de diálogos, voluntad y buenas maneras. Conversar promueve hablar con confianza, crear vínculos fuertes que hacen la amistad y conocer mejor a los demás y a uno mismo.
Hablar despeja dudas y una buena conversación, de esas en las que se tratan las cosas complicadas con sencillez, se respetan las opiniones ajenas y se guardan silencios inteligentes, mejora el ánimo. Todas las conversaciones son interesantes, lo que se dice y lo que se escucha. En una buena conversación aprendemos tanto como en un buen libro. Se debiera conversar más e interactuar menos en las redes sociales.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
Aliseda, una puta coja (2018)
Lluvia de cenizas (2021)
Puesto a recobrar el aliento (2023)
Sombras en el jardín (2024)























