El caos es lo que sobrevive a la pérdida de un ser querido. ¿Qué ocurre cuando existe un vínculo tan potente con una persona y se va? Escribir sirve para enfadarnos, contentarnos, perdonarnos… se escribe para decir de otra manera lo que no puedo decir, pero la literatura no es desahogo, es otra cosa. Son algunos de los paradigmas que dejó en el aire Charo Ruano al presentar el poemario de Angélica Tanarro Lo que (no) sé de las palabras, en la librería Víctor Jara.
Charo Ruano aseguró que Lo que (no) sé de las palabras es “todo verdad. Angélica ha ido bordando este libro con mucho cuidado. Tiene un verso… ‘me acuesto cada noche sobre tus cimientos’…”, compartió la poeta salmantina.
Como se puede deducir, Angélica Tanarro narra en sus poemas la pérdida que le supuso despedir a su madre. “Mi madre era madre, amiga y al final… una hija. La vida cuando te golpea… Si no tienes cuidado, puede que no te recolocas. Hay que tener cuidado y cuidarse”.
Tanarro reconoció que estuvo mucho tiempo sin poder escribir, tanto que creyó que no iba a poder hacerlo más, “porque las palabras no están siempre de tu parte, se quedan mudas y otras veces te están esperando”.
Eso último sucedió un día, gracias a un verso: ‘He rezado por todas las palabras…’ y empezaron a fluir los poemas.
Desde su título, los versos de Tanarro anuncian el poder de la palabra, lo que dice, lo que no dice y lo que dice bajito, robándole el protagonismo al silencio.
Otro verso que Charo Ruano destacó de Lo que (no) sé de las palabras que es un puñetazo directo al estómago: ‘Te oí y a punto estuve de apoyar la cabeza en un hombro inexistente’.
Las dos poetas, Charo Ruano y Angélica Tanarro, reconocieron que hay que dejar enfriar los poemas. A veces consigues dos versos, otras dos palabras…
Y otro duda que le surgió a Angélica Tanarro durante el proceso de creación fue temer que todo estuviera ya dicho sobre el duelo, la pérdida, el dejar marchar… Quizá en esos momentos, escuchó en su voz la voz de su madre y remontó.
No todo el libro de Tanarro es duelo, “porque si no mi madre me vendría a dar una buena zotaina”.
Necesitamos las palabras para que sigan nombrando lo que importa.





















