La serie ‘El refugio atómico’, una de las recientes novedades de Netflix, tiene entre sus directores a un salmantino, Jesús Colmenar, quien también dirigió éxitos como ‘La casa de papel’ o ‘Vis a vis’. En la actualidad, Colmenar se encuentra dando forma a un nuevo largometraje, ‘Perfectos mentirosos’. Pese a su complicada agenda y a que sus rodajes actuales son nocturnos, hace un hueco para responder a las preguntas de La Crónica de Salamanca.
¿‘El refugio atómico’ se ha grabado en un búnker real?
No lo es, pero sí es un espacio absolutamente real que hemos construido entero: es un universo propio. Fue un trabajo brutal de diseño durante muchos meses.
¿Es un decorado, entonces?
Más que un decorado, para que se entienda mejor, me refiero a que nosotros trabajamos dentro de un edificio, el mismo donde en su día construimos la cárcel de ‘Vis a vis’ o la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de ‘La casa de papel’. En este caso, es la obra más grande que hemos hecho en este espacio con Vancouver Media -la productora-, y uno de los mayores de Europa, con más de 7.000 m². Esto fue uno de los retos más interesantes, porque para mí era muy importante que fuera muy real.
¿A qué se refiere?
Real en el sentido de que se pudiera recorrer con la cámara de forma natural y que los actores pudieran ‘vivir’ allí y sentirse dentro. Por ejemplo, se puede estar en la cocina de uno de los apartamentos, salir a la calle principal del búnker y, desde allí, seguir por las calles secundarias para irse a tomar algo al restaurante. Todo eso está construido sin trampa ni cartón.
¿El espectador se puede sentir también dentro de ese universo?
Sí, esa es la idea. Me gusta rodar de forma muy inmersiva: que la cámara pueda seguir a los personajes en 360º y generar esa experiencia en el espectador. Por eso no soporto los decorados sin techos, con la parrilla de luces arriba… Son como platós que me resultan muy falsos.
Esa sensación de inmersión, ¿es un punto en común con sus anteriores trabajos?
Sí. La verdad es que tiene muchos aspectos en común. Siempre bromeábamos con hacer la ‘trilogía del encierro’, que empezaría con ‘Vis a vis’, en esa cárcel de mujeres, donde nuestras protagonistas iban de amarillo; seguiría con ‘La casa de papel’, con sus personajes atrapados vestidos de rojo; y ahora tenemos esta tercera parte, con sus protagonistas vestidos de azul y naranja.

Esta nueva serie, ¿está concebida para un público concreto?
Como todos los proyectos de Alex Pina -productor y fundador de Vancouver Media-, este va dirigido a un público muy amplio, para lo que se tocan muchos géneros. Este multigénero es una base muy característica de la marca: tenemos drama, thriller, relaciones humanas…
¿Qué sabor de boca deja en el espectador cada capítulo?
Me encantaría que al menos los dos primeros episodios, que son los que yo he dirigido -además del último- pudieran generar esa sensación de inmersión en ese universo propio: que el espectador pueda sentirse un personaje más. Eso sería fantástico. Desde el principio me encantó la idea de hacer un producto de ciencia ficción española que fuera una utopía distópica.
¿Es apta para personas claustrofóbicas?
Yo creo que sí. Aunque los personajes están encerrados en un búnker, los espacios son enormes. Pero siempre hay algo de claustrofobia inherente, igual que en la cárcel de ‘Vis a vis’ o en el banco de ‘La casa de papel’.

La primera temporada la componen ocho capítulos. ¿Habrá una segunda?
La serie está pendiente de una resolución por parte de Netflix de cara a una renovación para una segunda temporada. A nivel mundial, la serie ha ido bastante bien en los ránkings, pero todavía no hay una respuesta. Lo cierto es que la primera temporada termina cerrando muchas de las historias, pero también con una puerta abierta a una segunda.
¿Hay referencias cinematográficas concretas en este proyecto?
Yo nunca cojo unas referencias en concreto. Al final, uno tiene dentro todo el cine y las series que ha visto, todas las referencias y, a la hora de rodar, todo eso construye cada estilo visual. De alguna manera, la propia productora Vancouver ha creado a lo largo de los años su propio estilo visual: no es una narrativa externa donde la cámara muestra lo que pasa, sino que esta acompaña a los personajes para que la experiencia sea muy vivida y muy cercana a las emociones y experiencias de los personajes.
Lo emocional vuelve a tomar importancia en este trabajo.
Sí, hay algo en el multitono y en la intensidad muy propio dentro de Vancouver, casi una seña de marca. Contamos historias muy, muy intensas, profundas, muy dramáticas, donde los personajes están casi siempre al límite. Debo decir que estoy muy orgulloso del casting, que fue una de las cosas más complicadas. Estoy muy contento con los nuevos actores Pau Simón y Alicia Falcó, los más jóvenes de la historia, porque para mí trabajar con ellos fue precioso. Y por supuesto, con los profesionales de más experiencia, como Natalia Verbeke, Carlos Santos, Joaquín Furriel. Ha sido una maravilla trabajar con todos ellos.

Hay quien ha dicho que estéticamente recuerda a otras series…
Es curioso, porque en este sentido ha habido muchas comparaciones con la serie americana ‘Fallout’, que trata sobre un búnker, pero nosotros estábamos desarrollando la estética de ‘El refugio atómico’ antes de que saliera ‘Fallout’. Es verdad que hay algo en el recurso del retrofuturismo que es común en ambas series, aunque la americana está basada en un videojuego. Nunca hubo una copia ni un intento de copiar una estética.
Respecto al sector, en sus inicios no existían las plataformas de contenido audiovisual bajo demanda. ¿Qué panorama se encuentra un director que se inicie ahora?
La aparición de las plataformas ha transformado por completo el panorama a nivel mundial. Lo mejor de todo, que se ha acabado con el imperialismo cultural cinematográfico norteamericano. Antes solo teníamos acceso a esas grandes producciones. Ese era el cine que veíamos en todo el mundo, aunque en cada país tuviéramos nuestra pequeña burbuja. Lo que tenemos ahora es una democratización de la ficción y de la forma de narrar de las distintas expresiones culturales. Eso hizo que, por ejemplo, que una serie coreana como ‘El juego del calamar’ se convirtiera en un fenómeno mundial sin precedentes, como ocurrió con ‘La casa de papel’, que fue número uno en 140 países. Lo más maravilloso es que ahora podemos hacer ficción para el mundo desde nuestro país y en nuestro idioma.
Algo así era impensable antes, claro.
Es una oportunidad que antes no teníamos. La gente se tenía que ir a Estados Unidos y hacer películas en inglés. Ese ha sido uno de los cambios más potentes, que se suma a una apuesta muy fuerte por parte de Netflix, y de las demás plataformas, por la ficción española. Por fin nos hemos dado cuenta de que la ficción española tiene una gran proyección internacional.

El audiovisual español gusta fuera de las fronteras.
Las series producidas desde España para el mundo están siempre en el top. Es un gran momento. Costó mucho: durante muchos años, muchos profesionales hemos luchado para hacer obras más exportables que pudieran competir con la ficción americana. Ha sido duro y muy difícil convencer incluso a los productores españoles para que apostaran por la calidad, la factura técnica y por otro tipo de historias. Ahora estamos en otro escenario que, para la gente nueva que empieza es mucho más motivador.
¿Qué nos puede adelantar sobre la película que está rodando ahora, ‘Perfectos mentirosos’?
Estoy muy contento y emocionado. Es un proyecto que viene de Amazon Prime y de la productora Federation. Cumple todos los requisitos de lo que yo estaba buscando: es una historia con un punto de vista absoluto, con una protagonista femenina muy interesante, con muchísimos matices, una historia de madurez que, a la vez, es un poderoso thriller psicológico, con un entramado narrativo llenos de giros y sorpresas. También tiene la potencialidad de lograr una inmersión muy poderosa en el espectador.
¿Cómo va de avanzado el proyecto?
Llevo casi cuatro semanas de rodaje y todavía me quedan unas cuantas. Ahora mismo estamos con rodajes nocturnos, por eso estoy tan cansado en esta entrevista. [Risas] Pero tengo muchas ganas de que la película se pueda ver. Está inspirada en el fenómeno literario de Alex Mírez.
¿Dónde está rodando ahora?
Ahora mismo, en Madrid. También hemos estado en Cantabria, en Comillas, y tenemos previstos más exteriores que ahora mismo no puedo desvelar.
¿Tiene alguna historia pendiente de contar?
Sí, muchas ideas, muchas historias. Yo he escrito desde hace mucho tiempo. Ahora, en esta película, he dado el paso de ponerme a escribir el guion junto con la guionista Ángela Armero y ha sido una experiencia fantástica. Pero aún tengo muchas historias que contar, casi todas basadas en relatos muy personales de ciencia ficción, thriller y terror, géneros que tengo muchas ganas de desarrollar.




















