Opinión

Iluminar los días

David Arranz / ICAL. El escritor José Luis Puerto presenta su libro ‘Iluminar los días’ con la participación de Asunción Escribano y Antonio Colinas.

Albercano de nacimiento (1953), el escritor José Luis Puerto ha estado vinculado vital y culturalmente a nuestra ciudad desde siempre. Licenciado en Filología Románica en la Universidad de Salamanca, en sus inicios escriturales se asoció a nuestra ciudad de maneras distintas que abarcan su vinculación a conocidas editoriales salmantinas (por ejemplo, a la editorial “Amarú”, y posteriormente a la colección de Autores salmantinos de la Diputación de Salamanca, con su Memoria del jardín. Selección de Poesía 1977-2018), hasta su constante participación y organización de actividades literarias y culturales, y su colaboración como columnista en diferentes medios de comunicación locales y regionales.

Escritor prolífico, es uno de los autores salmantinos más reconocidos desde el punto de vista regional, pero también nacional e incluso internacional, y su labor intelectual no se ha limitado a la creación poética y narrativa, sino que desde el punto de vista etnográfico se ha acercado a la recopilación y al análisis riguroso y en profundidad de las expresiones creativas y populares de la Sierra de Francia, y de los pueblos de Castilla y León. De esta manera, es autor de diversos estudios en los que ha recopilado y analizado los romances, cantares, cuentos, teatro popular, refranes y dichos, leyendas de nuestra tierra, y cuando digo nuestra estoy pensando en lo que un día se conoció como el Reino de León.

En este sentido, Iluminar los días. Selección de artículos periodísticos, recoge parte de las colaboraciones realizadas en distintos medios escritos unidas por el hilo temático de la reivindicación de la cultura, entendiéndose esta de manera amplia y genérica. En gran parte de ellas se ilumina y concreta un tema amplio, objeto de análisis, en su dimensión local, pero, a la vez, se salpica de referencias universales que trasladan el valor global de nuestro saber popular y ancestral. Así lo comprobamos, por ejemplo, ya desde las primeras aportaciones del libro en las que se analizan los ritos como elementos constitutivos de lo humano, centrándose en su ejemplificación de ciertas celebraciones en los pueblos salmantinos como Calvarrasa de Arriba, Valdejimena, Majadas Viejas (en La Alberca), Sequeros, Sotoserrano, Mogarraz o en otros muchos pueblos de la Sierra de Francia.

Hay que decir que, en tanto que obra periodística, en concreto formada a base de las columnas de opinión publicadas en diferentes medios durante años, esta es una obra de los intereses y preocupaciones de su autor a lo largo del tiempo. Podría decirse que Iluminar los días es una obra que bien podría utilizarse como manual del género de opinión para enseñar a futuros comunicadores lo hermoso de comunicar positiva y éticamente.

Y esto es lo que José Luis Puerto hace a la perfección en esta obra en la que afronta, por ejemplo, aspectos diversos de la cultura popular a través de una mirada que rescata el valor de lo propio, pero no quedándose en lo local, sino trasladando al lector la dimensión universal que subyace a costumbres regionales y provinciales, como modo de valioso conocimiento en el que sobrevive la historia más verdadera. Así, vemos desfilar fiestas cono el Carnaval, la Navidad o la Resurrección en nuestra tierra. E igualmente recoge el saber de nuestros pueblos sobre aspectos variados.

Estructurado en varios apartados temáticos, el primero de ellos se vuelca en la escritura sobre los ritos tradicionales. Con una mirada sensible hacia aquellos espacios del saber que se van perdiendo y una escritura cuidada y culta, José Luis Puerto recoge el discurrir narrativo, poético y ensayístico de celebraciones e hitos festivos, marcados por ritos y creencias, que nos hablan de un tiempo vivido y celebrado por las comunidades campesinas, en su intrahistoria, en ese su vivir en el tiempo de modo respetuoso con el cosmos y con la naturaleza y el medio en que les tocara vivir (por ejemplo, el asociado a las golondrinas, y la enseñanza popular albercana sobre estos pájaros “benditos” por estar vinculados a la Semana Santa y a la Pasión en canciones y dichos populares de nuestra región).

En este contexto, es preciso recordar que estamos ante un autor cuya obra, y este libro es buen ejemplo de ello, siempre ha buscado preservar la tradición y todo lo que ella tiene de valioso para el presente y el futuro. Y el ciclo de las estaciones, a cuya transformación y sus peores consecuencias hemos asistido este verano en nuestra tierra, merecería toda nuestra atención y la de los que nos gobiernan. Y también para ello este sería un buen manual.

En los apartados segundo y tercero, se concentran, respectivamente, los textos sobre la “vida popular” de nuestra región y sobre “el existir”, hermosa expresión para una época en la que, como escribe el propio autor (66) “la permanencia y lo permanente no cotizan en bolsa alguna de valores”. Entre ellos, las costumbres de Villanueva del Conde, las expresiones populares de Miranda del Castañar, la arquitectura y otros aspectos de la zona de Monsagro, los trajes femeninos de las fiestas de Cepeda, la memoria oral viva o la cultura pastoril de nuestros pueblos, las mariolatrías de agosto en la Sierra de Francia, y tantos otros (Peñaranda, Ciudad Rodrígo…), cuyas palabras, costumbres y personas quedan impresos en la memoria escrita para poder perdurar frente al arrase del tiempo. Y también personas, escritores, mujeres de la sierra con sus músicas y melodías…

El cuarto bloque temático se centra en los espacios, como la original estructura urbana de Villanueva del Conde, las pinturas rupestres de Herguijuela de la Sierra, las Hurdes míticas… El quinto apartado, “Salamanca, Salamanca”, toma como protagonista a nuestra ciudad, la Salamanca unamuniana, con todos sus protagonistas, personas y personajes, librerías, actos literarios, paisajes urbanos, universidades; y también sus artistas, profesores, escritores, o escultores, entre otros, que hacen de nuestra ciudad un espacio culturalmente recomendable para visitar y vivir.

“Los rumores del mundo”, el sexto capítulo, se centra en la dimensión universal de una cultura regional, son textos más heterogéneos entre sí, pero igualmente interesantes y en los que la cultura del autor brilla más allá de lo estrictamente literario o etnográfico. Igualmente, “Aconteceres” despliega reflexiones llenas de cultura sobre hechos, sucesos o celebraciones que se desarrollan en nuestra ciudad (ferias del libro, mercadillos y rastrillos, encuentros poéticos…), jornadas, premios literarios, etc. El octavo apartado es “Moralidades”, quizás en conjunto, y pese a ser de los capítulos más breves, apenas una docena de artículos, el que recoge alguno de los más hermosos textos, en mi opinión, de un libro plagado de hermosos textos. Sin duda alguna el José Luis Puerto más puro y de más hermosa prosa periodística se revela en ellos.

El apartado “Presencia de los clásicos” integra una serie de textos anudados por la reflexión sobre el valor de lo imperecedero en literatura: El Lazarillo, santa Teresa, Cervantes, Lorca permiten al autor mostrar al lector cómo los grandes escritores permanecen a pesar de las modas y del tiempo.

“Sobre arte y cine”, décima sección del libro, por su parte, integra en el título el interés del autor por escribir sobre exposiciones vinculadas a nuestra tierra y películas dirigidas por directores salmantinos como Basilio Martín Patino, o el análisis de la vinculación histórica de Salamanca con el cine. Finalmente, “Al hilo de las letras” elabora un retrato con estampas de la asociación de su autor con la lectura y la palabra, en la que se despliegan alusiones a distintos escritores clásicos y contemporáneos, a la vez que se llevan a cabo diversos homenajes a intelectuales reconocidos –y conocidos personalmente– por el escritor, gran parte de ellos de procedencia castellano leonesa (Ullán, Jiménez Lozano, Aníbal Núñez, Antonio Colinas, Fermín Herrero, etc.).

Para concluir hay que decir que el libro resulta profundamente interesante para todos los amantes de un saber verdadero que va desapareciendo en los tiempos de las redes sociales y la inteligencia artificial. Un conocimiento en decadencia de enorme interés por su expresión histórica, y por ser índice de un período en el que los mayores detentaban la sabiduría ancestral, señal de un mundo que parece estar atardeciendo, pero que necesita de testigos que trasladen a las nuevas generaciones todo lo que hizo a esta tierra ser lo que todavía es. Como señala su autor: “tenemos la percepción de que, si logramos entre todos –no es una nostalgia de vuelta al pasado, ni mucho menos– esa otra vivencia más sosegada y comunitaria del tiempo, mucho mejor nos irá. Desde tal anhelo escribimos estas líneas”.

Estamos, por otra parte, ante una obra de muy fácil lectura: temas amenos, escritura ágil y seductora, dirigida a muy diversos públicos porque, además, José Luis tiene esa suerte, la de ser capaz de escribir para gente de la Academia o ajena a ella, para gente de la capital o de la provincia, para mayores y para los que no lo son tanto. Sus temas y sus formas son populares con el atractivo que ello puede tener en un libro como este en el que se tocan muchos palos, pero todos ellos unidos por el elemento cultural y humano, porque la visión de la cultura y de la vida de este autor es muy humana, lo que siempre se ha entendido como sabiduría. La cultura actual se desarrolla hoy en día, en gran parte, en los medios de comunicación, en los diarios impresos o digitales, y esta obra es una buena muestra de las mejores consecuencias de ello.

En definitiva, como ha señalado el propio autor en otro de sus textos: “En España –permítasenos parafrasear al gran Larra–, hablar del patrimonio es llorar, tan desatendido y desprotegido se sigue encontrando, además de amenazado por la incuria y los particulares y no pocas veces mezquinos intereses humanos. Si el patrimonio culto está desatendido, el popular está hoy, a estas alturas, en trance de desaparición”. Esta es una de las poderosas razones que nos empujan a recomendar la lectura de este libro, porque en él se hace una reivindicación de la mejor cultura de nuestra tierra que, una vez que desaparezcan nuestros mayores, aquellos que todavía la mantienen abrazada en sus costumbres y palabras, habrá desaparecido nuestro pasado. Y sólo libros como este quedarán como testimonio de lo que fue.

Junto a ello, hay que señalar la prodigiosa pluma de José Luis Puerto que adiciona sensibilidad con un conocimiento amplísimo sobre cada uno de los temas tratados, con una prosa bella, lírica y cuidadísima,­ como corresponde a un poeta de su talla. El texto responde a la propia mirada escrita, humana, intensa y sensible de José Luis Puerto, autor -y persona buena- además muy querido por sus amigos y seguidores. Es, así, un libro hermoso que hará las delicias de sus lectores que son muchísimos. Estamos ante un verdadero un festín de palabras, y ante una de esas obras cuya difusión los salmantinos queremos que nuestras instituciones favorezcan.

1 comentario en «Iluminar los días»

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