En los años últimos de la vida nos sobra el tiempo. No sabemos qué hacer para llenarlo, darle sentido o matarlo. La vida da a los mayores la televisión o los móviles. Buscamos la manera de matar el tiempo pero nadie queremos morir. Nos gustaría no percibir el tiempo (eso que no sabemos cómo definirlo…) porque ser conscientes de que pasa nos hace darnos cuenta de nuestras limitaciones, de nuestra vulnerabilidad y de que nosotros también vamos pasando.
Y sin embargo sólo mirando de frente el hecho del morir nos lleva a percibir en plenitud el tiempo y la misma vida. Nuestra tarea fundamental es vivir el tiempo, entrar en él con la pinza de la eternidad, percibirlo, gustarlo con gratitud, disfrutarlo sabiendo que es nuestro mayor regalo.
Nuestro tiempo no lo tenemos para matarlo, ni para gastarlo todo en los demás. Reservemos energías y circunstancias para nosotros mismos, para seguir avivando nuestro crecimiento personal y nuestra felicidad. Potenciemos la libertad y la creatividad personal, los gustos y aficiones, los espacios y actividades que nos gusten para aprovechar todas las posibilidades que este tiempo nos brinda.
La hermana muerte, como fin de nuestro tiempo personal nos demuestra la gran verdad: que no nos llevaremos nada de lo que aquí tuvimos y por lo que nos afanamos: ni nuestros éxitos, ni lo que poseemos, ni siquiera las personas que amamos.
Convivir de modo consciente con nuestra propia muerte es vivir plenamente nuestro presente, nuestro aquí y ahora, gustándolo agradecidos sabiendo que la vida es un gran milagro. No se trata, pues, de desperdiciar el tiempo esperando que llegue la noche y otro día, sino de vivirlo en gratuidad, valorando todo lo que se nos ha dado y hemos recibido. Con optimismo e ilusión.
El cuerpo, los años que gocemos no dependen de nuestros logros o rendimientos. Hay que dejarse llevar por el orden y programa de la creación y del universo. Todo es don, aunque en un primer momento se nos muestre como sufrimiento.
Adulto es quien logra liberarse de la esclavitud del tiempo y de las horas desde una actitud de aceptación tolerante y respetuosa con los días y las circunstancias que nos ha tocado trajinar. En gran parte somos el tiempo que nos queda: más que pasado y presente somos futuro, aunque el futuro pueda ser corto.
Mirando a ese futuro se nos invita a no desperdiciar las semanas y los meses que nos queden. Estamos para vivir y ser felices no para matar y llenar nuestras mentes de ruidos.
Desde esta madurez que clarea el sentido de nuestras personas es como a la vez podemos dar felicidad y paz a los que nos rodean.
Sin olvidar que es una gran dicha que mientras avanzamos sepamos compartir nuestro tiempo con los que nos habitan y rodean.
Llenemos de vida y plenitud nuestro tiempo y espacio. Es uno de los sentidos de la vida.























2 comentarios en «Matar el tiempo»
Memento vivere. Gracias por la reflexión.
Muy útil reflexión