¡Viva la copla de Valderrama!

El maestro Valderrama impartió una MasterClass de la copla y los ‘escolares’ que acudieron al Liceo se quedaron con ganas de más
Valderrama llenó el teatro Liceo con su espectáculo 'Historia de la copla'.

Mamó la copla desde niño -hijo de Juanito Valderrama y Dolores Abril- y se nota. Su espectáculo Historia de la copla, también podía llamarse he abierto el álbum familiar repleto de anécdotas y quiero compartirlas con vosotros a través de las canciones porque cada una de las ‘fotografía sonoras’ son historia de un país, de un momento, de un salir adelante, de un alegrar aquella España y de un poner a la copla donde tiene que estar, porque de ella nació nuestro pop y de ella bebe hasta la mismísima Rosalía.

Valderrama es un maestro en el escenario y sabe contar bonito. Empieza con Estrellita Castro con Suspiros de España y termina con El emigrante de Juanito Valderrama. Ambas hablan de lo duro que es estar lejos de casa. ¡Que las pongan todo el día en las radios! ¡Cuánto enseñan esas letras! ¡Qué duro es estar lejos de tu tierra tengas sangre española o de otros lares!

No estuvieron solos, junto a Estrellita Castro y Juanito Valderrama, se pasearon por el escenario del teatro Liceo Angelillo, el cantante de Vallecas, republicano él, que tuvo que exiliarse al acabar la Guerra. Pero, gracias a Juanito Valderrama, del que era compadre, volvió a cantar en España allá por los cincuenta.  No la reconoció y regresó a Buenos Aires, con tan mala fortuna que murió en una mesa de operaciones, de una cirugía menor. Lo que tienen los apagones.

Se asomó Concha Piqué. De la que dijo que fue incansable. Triunfó en Nueva York, que es como decir en el mundo. Tanto es así que en la primera cinta de cine sonoro que se conserva canta ella.

Pero, Los Ojos verdes, Valderrama los cantó al estilo Miguel Molina, porque Molina le pidió a Rafael de León y a Lorca que le compusieran una canción con amores prohibidos. ¡Qué Noche! La que debieron de vivir Lorca, Miguel Molina y Rafael de León en aquella Barcelona de la República, cuando Lorca estrenó Yerma y salieron a celebrarlo. Rafael de León y Lorca se ‘disputaron’ la paternidad del Verde ¡Qué poco le quedaba a Lorca! ¡Qué mal lo pasó Miguel Molina! ¡Cuánto genio truncó la Guerra Civil!

Llegó la postguerra, la dictadura y el que tenía un don en la garganta, se buscaba las habichuelas para llevar el pan a la mesa. Lola Flores se subió al escenario del Liceo con Pena, penita, pena… pena de mi corazón.

El jazz, el son cubano, el soul, el pasodoble y hasta el rock maridan con la copla. Los arreglos, adaptaciones, versiones… que hace en Historia de la copla Valderrama son un regalo. Las acaricia, las mima, las sabe suyas… quizá con algunas de ellas su madre, Dolores Abril, lo arrullaba de niño. En recuerdo de su madre, fallecida hace justo cinco años, le guardó un rinconcito para poner en valor a la gran artista que fue y que renunció a todo por el amor a Juanito Valderrama y a formar una familia.

A Joselito le robaron la infancia y Valderrama le ha devuelto la juventud a La Campanera. Una versión que podría estar en la playlist de cualquier móvil de última generación. ¡Ahí lo dejo!

Antonio Molina, del que contó que lo descubrieron haciendo la mili y fue tal el fogonazo del éxito que lo cegó. Su padre lo rescató allá por los ochenta en un teatro portátil con el montaron un espectáculo que se llamaba algo así como ‘Los tres grandes’. Lo eran. Valderrama, Farina, con Mi Salamanca, y Molina.

El público se arrancó con Manolo Escobar y su Porompompero y Madrecita María del Carmen. Aplausos desde el escenario para el público y desde el patio de butacas al escenario. Gran Momento.

Paseo con el corazón entero Carlos Canos y su María la Portuguesa. Sin miedo a nada, porque no temía el qué dirán, Carlos Cano puso de nuevo la copla en lo más alto de la lista de éxito, conviviendo con todas las que producía La Movida. Hablamos de los ochenta.

Valderrama reivindicó a Rocío Jurado como una de las grandes por su voz y su compromiso. Manuel Alejandro le dio la vuelta a la copla y La Jurado defendió que ella era una Señora.

El teatro Liceo despidió a Valderrama puesto en pie y aplaudiendo con las manos, guardando en sus retinas lo que acababa de pasar en el escenario. No hubo teléfonos grabando. Disfrutaron con canciones que son historia de sus vidas.

Valderrama se despidió pidiendo que no pasen veinte años para volver a Salamanca. Que así sea.

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