Hay risas y reflexiones durante la conversación. Iván Martín es uno de los mejores pianistas de nuestro país, con trayectoria internacional. Tenemos la suerte de que tiene amigos músicos en Salamanca que lo han convencido para que dirija y toque el piano en el concierto de Beethoven que este lunes interpreta junto a los profesionales de la Orquesta Clásica del Liceo, en el propio teatro. (Quedan pocas entradas, no se lo pierdan)
Iván, ¿cómo es tocar con amigos?
Es como una reunión donde charlamos, compartimos vivencias e historias, pero todo ello utilizando un lenguaje que es la música. En este caso, además de tocar el piano, soy el director de este concierto.
Por lo que ha tenido mano en la elección de las piezas que se van a escuchar este lunes en el Liceo.
Sí. Eso sí, lo hemos puesto en común, pensando en que al público le pueda parecer atractivo y en las posibilidades que tiene la orquesta.
¿En qué sentido?
No se trata de una orquesta con una variedad de instrumentos para hacer un repertorio enorme. Además, está muy bien pensado para cubrir ese nicho que existe en nuestro país con las orquestas de cámara, que son un poco más pequeñas. También pensando en la sala, en que sea un programa que tenga unas capacidades sonoras adecuadas para este tipo de repertorio.
¿Qué le aporta la Orquesta del Liceo a una ciudad como Salamanca?
¿Cuántas horas tienes?
(Risas)
Los beneficios son miles.
Empecemos por el primero.
La orquesta es la representación más clara de lo que supone que un alumno pase horas y horas y horas y años de su vida constantemente estudiando. Es un espejo en el que se reflejan todos aquellos alumnos que quieran terminar y sienten la llamada de dedicarse a la música de manera profesional. Este en un primer término.
Continuemos.
Es un instrumento social tremendo. Si la cultura es el termómetro de una sociedad, la orquesta es el reflejo, porque hacemos sentir al público, ver que existe una vida más allá del estudio y tenemos esa responsabilidad de transmitir todo el patrimonio y el legado que existe de siglos y siglos de cultura.
Por favor, profundice en la parte social.
En esa vía de instrumento social, tenemos la obligación de ser voz de todos aquellos músicos que a su vez fueron estudiantes de la ciudad. Salieron del Conservatorio Profesional, que hace una labor excelente, como también el Conservatorio Superior, que recibe a alumnos de la comunidad, del resto del país y de fuera. La orquesta les proporciona una posibilidad de expresión.
¿Qué beneficio tienen los amantes de la música clásica?
Todos aquellos que se abonan a una temporada de conciertos, tendrán acceso a un repertorio, que no siempre es factible que lo desarrollen orquesta invitadas de fuera, porque tienen una casuística de contratación más compleja, porque hay infinidad de elementos que hacen que contratar a una orquesta sea más complicado.
Y, ¿qué ventajas tendría para la ciudad?
Muchas. Creo que una ciudad como Salamanca, donde se hace una apuesta por la cultura y por la educación, parto de la base que no concibo educación sin cultura, ni cultura sin educación.
Yo tampoco.
En una ciudad como Salamanca es el nexo que hace posible toda esa unión entre cultura y educación. Sobre todo teniendo esa historia tan grande con la Universidad, con el Conservatorio Superior… Salamanca cumple las características necesarias para que esa unión sea una realidad como tal. Más teniendo el nivel de músicos que existen. Son músicos requeridos en muchísimas orquestas, ciclos de cámara, ciclos de solitas… y eso está. Es desaprovechar toda esa trayectoria que tienen estos músicos y no darles voz.
Salamanca tiene la cantera de músicos…
Exactamente. Es darle voz y continuidad a un proyecto que comienza cuando a un niño se le iluminan los ojos viendo un violín y queriendo coger ese camino para convertirlo en una profesión. El problema que estamos teniendo, casi en general, es que empieza a haber problemas de cantera.
¿En serio?
Sí, porque muchos se marchan a estudiar fuera de la comunidad o de España. Es una lástima que no exista ese escaparate en el que puedan ver exactamente que esas posibilidades están aquí, además de sobra.

Cambiando de tema. Un violinista, flautista o chelista se llevan el instrumento en un estuche. Usted es pianista y eso no puede hacerlo.
Desgraciadamente, no. (Risas)
Ustedes tienen ese reto, el de tener que enfrentarse a un piano nuevo cada vez que se suben a un escenario, porque no es el de su casa, con el que ensayan diariamente. ¿Cómo va a ser sentarse en el piano del Liceo?
A esa pregunta te puedo comentar algo a nivel objetivo y también subjetivo.
Elija.
A nivel objetivo, lo vivimos desde pequeñitos. Tenemos un piano en casa y vamos a la lección del conservatorio o a la escuela de música y tenemos instrumentos donde damos clases con nuestros profesores. Ya de entrada es un pequeño shock, porque dices: ‘Esto en mi casa me sale y aquí no’, porque los pianos son diferentes. Por lo que es algo que a lo largo de nuestra historia como estudiantes, nos vamos acostumbrando y lidiando con ello. Al final, tenemos que hacer un examen en un auditorio de un conservatorio o un tribunal… y hay un piano determinado. Solemos solicitar ir a probarlo el día de antes. Va con la profesión en sí.
¿El subjetivo?
Te puedo decir que lo encuentro atractivo.
¡Vaya sorpresa!
Sí, porque nunca sabes al cien por cien cómo va a responder un instrumento. El piano es tremendamente complejo, que no difícil, hay instrumentos de cuerda que son mucho más difíciles que tocar el piano. Pero, tiene tanto nivel de tecnología, de mecánica que lo hace relativamente complejo. Precisamente por todo ello, resulta siempre muy personal. Cada piano puede sonar de manera diferente, depende mucho del trato que se le haya dado, tienen una voz u otra.
Curioso.
En mi caso, prefiero pensar que esto resulta estimulante. Es cómo que no vas a saber qué cara va a tener la persona con la que te vas a reunir. Bien te puede resultar menos inspirador y te tienes que enamorar aún más de ese instrumento que te va a acompañar durante el concierto. Y, por supuesto, tienes que estar preparado para resolver cosas que tú llevas en la cabeza y que en ese instrumento no funcionen y tienes que solventarlas de otra manera diferente a como tú pensaste. Me resulta más fácil que me adapte yo al piano que el piano a mí.
¡Bien pensado!
No deja de ser un armazón de manera y… pienso que tiene flexibilidad, pero los humanos tenemos más. (Risas)
Por curiosidad, ¿cómo se prepara físicamente para un concierto?
Mi rutina diaria incluye hacer ejercicio físico. Durante muchos años se ha creído que los músicos teníamos que estar exentos de entrenamiento físico y es todo lo contrario. El entrenamiento mental va por un lado, por supuesto, pero el físico es necesario. No solo para los conciertos, también para aguantar todo lo que va con la vida de un músico.
¿En qué sentido?
Me refiero a los viajes, maletas, aviones… muchos traslados. Eso se afronta mejor si tienes un entrenamiento de fuerza y a nivel de la preparación es fundamental el calentamiento y estiramiento antes y después del concierto por tener una cierta salud muscular. Al final son movimientos repetitivos.
Además, ustedes tocan con todo el cuerpo.
El piano tiene ese contrasentido tan grande, es un instrumento en el que hay una gran implicación, porque cuando tocas el piano en determinados pasajes hay una participación física realmente intensa y sin embargo el sonido no lo tocas.
Interesante.
Bajas una tecla y ahí ocurren doce movimientos hasta que el martillo percuta en la cuerda. En contrasentido es un instrumento muy físico, pero el sonido viene de otra parte. Quizá por el hecho de que haya pianos diferentes donde vas a tocar, de alguna manera te tiene que inspirar, porque el sonido no lo vas a tocar, no vas a tener una relación directa con lo que produce el sonido. En un violín tú tocas la cuerda y accionas el arco; en uno de viento tú estás produciendo la columna de aire que hace que el sonido se ponga en funcionamiento. En el piano, el piano es un interfaz, un medio. Por eso, la parte física se desarrolla de una forma y la parte creativa y sonara son más metafísicas, más cerebrales y con el oído.





















1 comentario en «“La orquesta del Liceo aporta miles de beneficios a Salamanca”»
Una orquesta sin rumbo ni pulso
Conviene hacer una precisión necesaria: la llamada “orquesta” no es tal. No se trata de una formación estable ni de una agrupación profesional, sino de un conjunto elegido a dedo, reunido para la ocasión, que ensaya lo justo para cumplir con lo que en el argot se conoce como un bolo. El resultado fue el esperable: una interpretación sin cohesión, sin respiración conjunta y con una lectura de Beethoven que parecía extraída de un manual de hace medio siglo.
No es culpa de los músicos, muchos de ellos excelentes en otros contextos, sino de una estructura cultural improvisada, sin dirección artística ni criterio. La falta de ensayo y de un proyecto musical coherente dejan en evidencia una política cultural de escaparate, más preocupada por el gesto que por la excelencia.
Mientras otras ciudades de nuestro entorno apuestan por la continuidad, la profesionalidad y la calidad, aquí seguimos creyendo que con voluntarismo y buena voluntad basta. Pudimos ser pioneros, referentes incluso. Hoy, por desgracia, estamos en el vagón de cola, y si algún día decidimos tomarnos la cultura en serio, llegaremos tarde y con las luces traseras encendidas.
Una pena, sí. Pero sobre todo, una oportunidad perdida más.
José Rodríguez