Todos, más o menos, nos repetimos al hablar y si lo hacemos cada vez más es porque escuchamos cada vez menos. Así que lanzamos muchos dardos expresivos para que al menos uno llegue a la diana del receptor. Lo mismo ocurre en el ámbito político, donde además algunos giros verbales se prodigan ad nauseam, como lo de ‘poner sobre la mesa’, ‘diseñar una hoja de ruta’ o ‘fijar líneas rojas’.
‘Cortina de humo’ es otro de esos trapos lingüísticos, que se repite más que el pepino en ciertos ámbitos políticos y mediáticos para referirse a las supuestas ‘mentiras’ o manipulaciones propagandísticas del gobierno. Es de uso común en el ámbito del PP y de su cohorte mediática. Buscando en redes pronto aparecerá bajo la cabecera de Libre mercado, El Confidencial, Libertad Digital, esRadio (Fedeguico), Telemadrid, etc. Sea el tema que sea siempre saldrá la correspondiente cortina de humo, que a veces viene de tres en tres. Así, Benjamín López, director de El diario.es. hace poco titulaba «Sánchez inventa 3 nuevas cortinas de humo para tapar 3 casos» (sic). Tras la polémica de la flotilla de Gaza, decía, ahora el Gobierno saca la defensa del aborto para tapar el proceso de Begoña López, el observatorio de la vivienda turística para ocultar las mordidas de Ábalos y la legalización del cannabis para cubrir los sobres de financiación. Pero a todo hay quien gane: hace pocos días el digital e-noticias.cat titulaba: «Las mil cortinas de humo de Sánchez» y hay quien apuesta aún más fuerte: para el equidistante Trapiello, con el fin de «distraernos de la corrupción de su gobierno» Sánchez está «empeñado en abrir cuantas más guerras civiles». (Toquemos madera. Trapiello conoce bien la guerra del 36, cuando, según él, los españoles estaban deseando matarse unos a otros).
Por su parte, el veterano Mariano Guindal ha escrito que la buena situación económica no es más que «la tapadera que oculta sus problemas más graves: corrupción, descrédito de las instituciones, acceso a la vivienda, inmigración». Demasiados humos y tapaderas, que no nos impiden ver cierto juego sucio en este enfoque «informativo». Veamos, por ejemplo: la buena situación económica, ¿es una tapadera o una realidad, acreditada incluso por organismos internacionales como la OCDE? Y la inmigración, ¿es un grave problema en sí o más bien por la manipulación que hacen de ella los extremistas de derechas? Sin ella, habría un déficit serio de mano de obra en sectores como la construcción, el transporte, la hostelería o la agricultura, como nos dicen las respectivas patronales. Y España y Europa estarían en vías de convertirse en un geriátrico sin suficientes cotizantes a la seguridad social para mantenerlo. Guindal, que es un economista, debería considerar estos hechos.
El recurso a las cortinas de humo es un poco cansino y cínico, pues con él el PP obvia cuál es su postura ante el problema que se trate. Por ejemplo, ante el aborto, ¿vale la postura comprensiva de Feijóo o la de Ayuso, que no lo admite en su distrito federal?; sobre la condonación de la deuda a las autonomías, ¿sirve el rechazo de la ejecutiva del PP o el ‘ya lo estudiaremos’ de alguno de sus barones regionales?; sobre la memoria histórica, ¿nos atenemos a sus tímidos y tardíos apoyos o a su rechazo frontal, a la zaga de Vox? Parecería que el huno en algunos casos sale de otras hogueras.
Item más. La reciente impertinencia de Trump de expulsar a España de la OTAN. si no sube el gasto en «defensa» al 5 %. El asunto se las trae, pues viene de alguien que quiere ocupar Groenlandia, que pertenece a un aliado suyo en la OTAN, y que toma decisiones sobre conflictos graves como Ucrania o Gaza sin consultar a la organización. Y ¿qué dice Alma Ezcurra, de la ejecutiva del PP, cuando se le pregunta si aumentaría el gasto en armamento, como pide Trump? Pues ni sí ni no ni lo contrario: después de culpar una vez más a Sánchez por esta salida de tono de Trump, declara que un hipotético gobierno del PP «va a cumplir los compromisos de España». Menos mal, pues por una vez dicen algo semejante a lo que dice la ministra de defensa. (En nuestra opinión, cabría responder: «Vale, Don, no nos eches, ya nos vamos nosotros; pero te puedes meter las bases militares por donde te cojan»).
El caso es que con tantas humaredas, después de los sofocos incendiarios del verano, al país empieza a faltarle el aire, tose y lagrimea. En conclusión: por favor, no más cortinas de humo; no violen las leyes de la lógica y del lenguaje, y no tomen por demasiado tontos a los españoles.























