La creencia no tiene otra tarea que buscar e interrogarse. Es la paradoja de la fe y del amor: como en el camino lo decisivo no es la meta sino el hecho de andar a la intemperie. Lo peor para cualquier fe, como para todo tipo de amor, es pensar que lo sabemos todo, que estamos seguros, que tenemos claros los esquemas y conceptos. Llegará entonces la crisis o la monotonía.
Si en la pareja lo decisivo no es el proyecto común –que puede cambiarse- sino la actitud de diálogo y respeto de la otra persona en el trayecto… en el hecho de creer lo fructífero no son los dogmas ni las instituciones, ni las verdades que otros nos han transmitido, sino la búsqueda continua del misterio.
Buscar e interrogarse es detenerse quietos, concentrarnos en lo que somos y sentimos averiguando lo que es realmente nuestra propia identidad acogiendo el latido de lo trascendente que se nos manifiesta en lo cotidiano, a veces hasta en lo vulgar. Preguntarse en esos instantes de eternidad que a todos se nos conceden cual es el fin de todo lo que hago y desde que motivación actúo.
La seguridad en lo que somos y creemos puede rozar la soledad o la soberbia. En cambio la búsqueda insatisfecha que quiebra nuestros apoyos ideológicos y seguridades nos saca de los albergues del camino y nos sitúa en lo que realmente somos y seremos. Nuestro destino es algo superior que nos lleva entre la oscuridad y la duda. Nuestra felicidad está en romper cadenas y esclavitudes doctrinales para ir ligeros de equipaje siendo nosotros mismos.
El interés por buscar, por no acomodarnos nunca, por no sentirnos satisfechos marca la sensibilidad profunda de los seres humanos. Su corolario de la contemplación nos hace más felices. Además el buscar juntos nos hace más fraternales y solidarios. Todos tenemos parte de esa Verdad que algunos alardean de poseerla en totalidad.
Preguntar, no contentarse con lo recibido, interrogarse es lo que define la inteligencia. Porque nada hay en este mundo que sea absoluto, ni siquiera nuestras infantiles ideas sobre Dios.
Buscar, no conformarse con lo de siempre es tarea de amantes. Los genios y artistas encontraban porque buscaban desde el trabajo y la investigación. No sería poco que nosotros, efímeros y cansinos dedicáramos algún espacio cada día a buscar el sentido de todo y el sentido de nuestras personas. Quizá así creeríamos mejor.
Decía Mark Twain que “hay dos fechas importantes en la vida: una el día de tu nacimiento, la otra el día en que sabes para qué…”. Esto requiere estar insatisfechos acomodándonos solo a los dictámenes de nuestro corazón.
Buscar solidariamente con todos los que caminamos. Así coincidiríamos con el poeta: “En todas partes te encuentro, sólo por irte a buscar”.
Animo.























2 comentarios en «Sólo por irte a buscar»
Me encanta la visión, gracias
No sabemos porqué cada persona en lo más hondo se su corazón piensa con matices, distinto a los demás, pueden tener coincidencias, siendo siempre únicos cada uno. Me ha gustado tu reflexión. Cada uno buscará y encontrará donde su paz esté.