Nuestra sociedad del consumo y la superabundancia no logra eliminar tantas angustias, depresiones y ansiedades y tantas faltas de sentido vital como nos envuelven hoy día aún a costa de las redes sociales y de tanta inteligencia artificial.
Hoy tenemos más de todo, a pesar de los altos índices de pobreza y vulnerabilidad social, pero…¿somos más felices…? Las catedrales y los focos culturales son hoy los supermercados, grandes almacenes y los estadios de fútbol. Allí nos pasamos los días de descanso adorando los nuevos dioses del materialismo, la compra compulsiva o la diversión estandarizada.
Muchas son las personas que tienen colmadas sus necesidades, sus sueños y deseos secundando las campañas publicitarias gastando sus dineros en los anuncios o las ofertas de moda… y sin embargo sienten un gran vacío interior cuando depositan los paquetes en sus casas. En medio de su abundancia económica y su poder adquisitivo experimentan una gran carencia e insatisfacción.
Este deseo insatisfecho de algo más íntimo y profundo en la línea del ser persona se intensifica a medida que tenemos más materialidades y seguridades económicas. Nos hacen creer que ‘comprar’ es el secreto de la felicidad. La familia, la educación con todos sus avances y medio técnicos ¿nos está dando un sentido pleno para vivir los valores humanos creciendo como personas en sus diversos niveles interiores… o nos está impulsando solamente a lo técnico, lo productivo y lo material…?
¿Se nos prepara para ser o para comprar y consumir…? Y las religiones llenan nuestros corazones de trascendencia y experiencias espirituales, de razones de esperanza o se limitan también al mantenimiento de ritos y liturgias monótonas y aburridas…?
Ninguna clase de éxito social o de conquista de poderes, ninguna superabundancia material puede sosegar nuestra inquietud y búsqueda interior, ni darnos la verdadera paz. Otros son los caminos de la felicidad y otros más plenificantes los sentidos de la existencia. La verdadera libertad, decían los clásicos, está en la liberación de necesidades. Menos es más. Solía afirmar san Francisco que “tengo pocas necesidades y las que tengo las necesito poco”. Sin embargo nuestra sociedad (que tantas posibilidades buenas tiene) se ha especializado en crearnos necesidades materialistas haciéndonos esclavos y manipulándonos para que no podamos prescindir de ellas
Heidegger dice que “la contemplación lleva a la libertad y la escucha a la quietud”. Son actitudes con las que podemos entrar en contacto con nuestro yo más profundo y descubrir que no necesitamos tantas cosas para existir. El corazón nos va diciendo lo que nos llena realmente.
Si cuanto más se posee más crecen las ansias de tener, la clave del desasimiento está en minimizar nuestras necesidades. Buscar otras formas de vida y relación humana liberándonos de la abundancia y de la obsesión por tener y almacenar llenaría nuestros vacíos con lo esencial.
En practicarlo está la felicidad profunda.
Y cuidado con los días que se nos avecinan. De muchas ofertas consumistas podemos prescindir.
Animo…























4 comentarios en «¿Comprar o ser?»
de acuerdo hermano,me ha gustado
No pasa nada que no haya pasado antes. Ahora nos aleja de nuestro interior la superabundancia de todo y antes lo hacía la escasez de todo. O es que el estar todo el día trabajando y pluriempleado para llegar a fin de mes, sin lujos por supuesto porque no los había, o cocinando y lavando ropa de la familia de no menos de tres o cuatro chiquillos, permitía mirar hacia el interior, hacia el ser????…. Mirar hacia dentro no es problema de que haya mucho o poco fuera, mirar hacia dentro requiere voluntad de hacerlo y superar muuuchas distracciones……o hacer como Buda, dejar plantada a la familia y marchar a dar lecciones de desapego del deseo cuando uno ya se ha saturado de todo, como le ocurrió a él. Mirar hacia dentro nunca ha sido fácil.
Muy acertado
Si comprar, te cansa y celebrar fiestas tambien , porqué lo seguimos haciendo? Por miedo a lo que puedan decir, por costumbre.Que dificil es mirar dentro . Solo ejercitando la voluntad y ser lo que quiero ser. Es lo que vas sintiendo cuando vas desaciendote de todo lo que has metido en casa. Nacemos desnudos y nos vamos igual.