Los indicios de que eres adicto a las compras por internet

Lo que debía ser un consumo responsable y sostenible puede convertirse en “una trampa silenciosa” sin que te des cuenta
Una persona utiliza una plataforma online para comprar. Foto: Cottonbro Studio | Pexels.

Wallapop, Vinted, Marketplace…. Su promesa era ahorrar y reciclar, pero detrás se esconde un riesgo creciente: patrones de consumo compulsivo que convierten la “compra responsable” en “una trampa silenciosa”, advierten los expertos

“Lo que empezó como una práctica sostenible y económica ha escalado hasta convertirse en un fenómeno de masas”, advierten desde Esvidas, entidad especializada en el tratamiento de adicciones. Más de 15 millones de personas en España utilizan plataformas de compraventa de segunda mano. La accesibilidad de estas aplicaciones, sumada a su oferta infinita y al estímulo constante de notificaciones y descuentos, está empujando a muchos usuarios hacia “hábitos de compra difíciles de controlar”, aseguran.

Este comportamiento puede derivar en un nuevo tipo de adicción, “menos visible pero con consecuencias claras: ansiedad, gasto compulsivo, acumulación innecesaria de objetos y un ciclo de satisfacción efímera seguido de frustración”.

“El problema no es la segunda mano en sí, sino la forma en la que el mercado digital ha transformado la experiencia: consumo inmediato, sin pausas ni límites, disfrazado de sostenibilidad”, aclaran. Una tendencia que plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto seguimos comprando por necesidad y cuándo empezamos a hacerlo por dependencia?

Y es que comprar de segunda mano ya no siempre significa ser responsable. Durante años se asoció a la reutilización, la economía circular y el ahorro en tiempos de inflación. Hoy, sin embargo, las plataformas digitales han cambiado las reglas del juego y “lo que antes era un gesto consciente empieza a convertirse en un hábito impulsivo”.

Los expertos alertan de un patrón preocupante, basado en pasar de la compra racional, basada en necesidad, a un consumo guiado por “la emoción, el impulso y la presión de no dejar escapar una ‘oportunidad’”. “En algunos casos, ese hábito puede derivar en una adicción silenciosa, disfrazada de sostenibilidad”.

Según datos de Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el 72 % de los usuarios de estas plataformas afirman que compran más de lo que realmente necesitan “porque los precios son bajos” o “porque sienten que es una oportunidad que no pueden dejar escapar”. El problema no está en el artículo en sí, sino en “el mecanismo de búsqueda constante, las notificaciones que actúan como disparadores y la sensación de recompensa inmediata”.

“Las plataformas de segunda mano no son un problema en sí mismas, pero reproducen dinámicas muy similares a las de otras adicciones comportamentales: estímulos constantes, sensación de recompensa inmediata y un refuerzo del hábito que puede derivar en pérdida de control. Ese es el terreno donde aparece el riesgo adictivo”, explica el psicólogo y socio fundador de Esvidas, José Manuel Zaldúa.

“La ciencia ha demostrado que las compras compulsivas activan los mismos circuitos cerebrales de recompensa que otras conductas adictivas”, apuntan desde la organización. La liberación de dopamina durante el proceso de búsqueda y adquisición genera una sensación de placer que, poco a poco, necesita ser repetida con mayor frecuencia.

Aunque todavía no existe una categoría clínica reconocida como “adicción a la compraventa de segunda mano”, los expertos consideran que los patrones de comportamiento son equiparables a los observados en otras adicciones comportamentales, como el juego online.
En nuestro país confluyen varios factores que potencian este fenómeno:

  • Cultura del ahorro y la oportunidad: la búsqueda de “chollos” está profundamente arraigada en nuestra sociedad.
  • Contexto económico: la inflación y la precariedad hacen que muchas personas justifiquen la sobrecompra porque “es barato” o “mejor tenerlo por si acaso”.
  • Normalización social: comprar en Wallapop o Vinted ya no es visto como una necesidad puntual, sino como un hábito cotidiano.
  • Falta de regulación: a diferencia de otros países europeos, España carece de un marco normativo específico que limite las prácticas de diseño adictivo en este tipo de plataformas.

Frente a esta nueva forma de adicción, los profesionales en tratamiento de adicción plantean varias líneas de actuación, que en Esvidas resumen en varios puntos clave.

  • Educación digital y consumo consciente: programas formativos que enseñen a reconocer los mecanismos adictivos de estas aplicaciones y a establecer hábitos de compra saludables.
  • Apoyo profesional: en los casos donde la conducta compulsiva ya afecta a la vida diaria, es necesario acudir a profesionales de la salud mental y adicciones.
  • Políticas públicas y regulación: urge un debate en España y en Europa sobre el diseño adictivo de plataformas digitales. Limitar las notificaciones y las dinámicas de “última oportunidad” podría ser un paso hacia una mayor protección del consumidor.
  • Alternativas de ocio y socialización: reforzar actividades que aporten satisfacción y recompensa fuera del consumo, desde el deporte hasta el voluntariado.

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