Al alcance de cualquiera está cantar, reír y enamorarse. Los mejores regalos son los que nos hacemos nosotros mismos. Cada día sucede algo hermoso: se abre una puerta, te encuentras un amigo, te sientes libre y la estrella que miras brilla más que nunca. Nadie es desatendido ni obligado a descifrar jeroglíficos. Ninguna parte es mejor que otra. De todos es, y a nuestro alcance está, dedicar el tiempo a celebrar la vida.
Mundo de hombres y mujeres generosos, de naciones libres, pueblos que se abrazan y gentes solidarias. Tiempo de que se haga grande lo pequeño, alcanzar con la vista más allá de donde se mira y no resignarse a que haya sufrimiento. Vale ya de frenar la ilusión, prohibir lo imposible, y que no tengan remedio la violencia y los abusos. Hay camino, amanecer y buenas personas, manos que conservan la belleza y hacen prodigiosa la existencia. A mí, hace unos días, el médico oftalmólogo Manuel Marcos Fernández me confirmó con su atención y profesionalidad que la mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiar en él.
Se puede vivir sin fronteras, deshacer los malentendidos, vencer sin derrotar a nadie. Pocos son los que prefieren miseria y brutalidad a fortuna y humanidad. Siendo inmensa la mayoría de querer vivir en paz, con dicha y solidaridad, es tiempo de exigir a los que mandan concordia, respeto y honestidad. Ya no cabe conformarse con pedir, como Baroja, vivir en un país sin moscas, sin frailes ni carabineros.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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