Gumersinda Benavente fue la única asistente social del Ayuntamiento en la década de los setenta. Los más de 150.000 habitantes de Salamanca solamente contaban con ella para solucionar los múltiples problemas que a diario se producían. En el nuevo Consistorio surgido tras las elecciones de 1979, entre los elegidos por los salmantinos estaba la concejala María Mendoza Aguirre.
La conocí en el Hospital Universitario donde ejercía como asistente social con eficacia y gran humanidad. Había trabajado en Alemania con emigrantes españoles y acumulaba una experiencia que volcó con los enfermos y sus familiares. Estuvo en el grupo de las Hurdes y en otras muchas iniciativas que emprendimos juntos. María se tomó muy en serio el desarrollo de los Servicios Sociales Municipales, y en poco tiempo logró una verdadera revolución.
La primera medida que tomamos fue la de dotar a la ciudad de centros de la tercera edad en cada uno de los barrios. Daba pena ver a los ancianos deambular por las calles sin un lugar donde guarnecerse. El primer centro de la tercera edad que entró en funcionamiento fue el del barrio de San José, seguido del de La Vega.
En abril de 1982, se abrió el de Tejares, se remodelaron las antiguas escuelas y funcionaron de forma autogestionada. Los socios atendían el bar y limpiaban las instalaciones.
El Ayuntamiento puso a punto el local, colocó la calefacción y compró el mobiliario. Después de la apertura de los centros citados vinieron los de Garrido, San Bernardo y Pizarrales, este último parroquial, pero al que ayudamos con alguna aportación económica.
