Siglos de historia y no se ha aprendido que la radicalización y la polarización política motivan división, conflictos y crisis. Todos tenemos derecho a defender nuestras ideas con ímpetu y firmeza, pero con respeto y sin insultos. Es con entendimiento y confianza cuando más paz y prosperidad ha habido. Hay un gran clamor pidiendo concordia y unión, porque sabido es que juntos podemos hacer mucho, solos, poco.
Ocurre que algunos políticos llevan su comportamiento, desmanes e insensateces a unos extremos que dan vergüenza y motivan en la mayoría, además de rechazo, desengaño, pérdida de respeto y desapego de la política. Aderezado eso con campañas mediáticas sectarias, ataques despiadados al adversario y disparatado griterío populista, lleva a un ambiente tóxico, de descrédito y hartura, que aleja a la ciudanía del sentir democrático y pone en bandeja el ascenso de los que propugnan el autoritarismo.
El pasado nos enseña que, frente a esos desafíos antidemocráticos, paralizantes y devastadores, el remedio es una apuesta conjunta y decidida por la democracia, ser más transparentes, reforzar el Estado del bienestar y hacerlo más participativo. Hay un riesgo cierto de antipolítica y desconfianza en quienes gobiernan o están a punto de hacerlo. Y saben ambos que cuando se desacredita la política democrática, desaparecen uno y otro, sustituidos por quienes autoritarios excluyen a quienes se les oponen. Por lo demás, esperar que cese pronto que haya políticos que se pretenden jueces y dejen algunos jueces de tratar de influir en la política.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
Aliseda, una puta coja (2018)
Lluvia de cenizas (2021)
Puesto a recobrar el aliento (2023)
Sombras en el jardín (2024)
























1 comentario en «El peso de la antipolítica»
La discordia,el insulto y el golpismo, blanco y duro, siempre viene del mismo sitio, con la ayuda incondicional de algunos jueces franquistas. Este ya lo tienen madurito
O alguien cree que el PP no va acceder lo que haga falta a Vos para gobernar. Son astillas el mismo palo.