El 30 de noviembre, Día Internacional contra la Pena de Muerte, no debe ser solo un recordatorio, sino una exigencia de justicia, de dignidad humana y de Estado de Derecho. Ningún delito autoriza al poder público arrebatar la vida.
La pena de muerte sigue vigente en un mundo supuestamente protegido por el sistema internacional de derechos humanos. A pesar de que la mayoría de los países han abolido este castigo, al menos 15 estados continúan aplicándolo, convirtiéndolo en un instrumento de desigualdad, arbitrariedad y venganza. El informe de Amnistía Internacional de 2024 registró 1.518 ejecuciones conocidas, pero se estima que la cifra real es muy superior.
El panorama global revela que China encabeza los países que más utilizan esta práctica, y, quizás por ello, mantiene en secreto sus datos, impidiendo cualquier control o transparencia. En el mundo árabe, su uso es igualmente alarmante, se han documentado ejecuciones públicas, castigos aplicados a personas por su orientación sexual, y condenas a menores de edad, lo que viola directamente el principio internacional del interés superior del menor. Por su parte, Estados Unidos, que presume de referente democrático, sigue manteniendo la pena de muerte en varios estados, con un historial marcado por errores judiciales, discriminación racial y condenas injustas. En USA más del 40% de los condenados a muerte son afroamericanos, a pesar de que representan solo el 13% de la población. Numerosos estudios han demostrado que cuando la víctima es blanca, la probabilidad de que el acusado reciba la pena de muerte aumenta drásticamente.
El derecho fundamental a la vida, consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, es incompatible con la pena de muerte. No hay justificación posible: ningún delito autoriza al poder público arrebatar la vida. Y es que la pena de muerte es irreversible, y los errores pueden cometerse. En Estados Unidos, más de 190 personas han sido exoneradas del corredor de la muerte tras demostrarse su inocencia, muchas después de haber pasado décadas esperando su ejecución. Pero otras no tuvieron esa suerte, una vez que la sentencia se cumple, no hay posibilidad de rectificar.
Estos países donde sigue vigente se caracterizan por sistemas de justicia poco imparciales, donde la corrupción, la tortura o la ausencia de garantías procesales convierten las sentencias en actos de poder, no de justicia. Esta práctica se ha convertido en una herramienta política: se utiliza para callar manifestantes, castigar a minorías o infundir miedo, disfrazando de justicia lo que en realidad es represión.
No podemos sostener que la pena de muerte tenga un efecto positivo frente al crimen. No existe evidencia empírica de que los países que ejecutan menos sufran más delincuencia. Por el contrario, si está demostrado que los sistemas penitenciarios que apuestan por la reinserción, la educación, programas psicológicos y la rehabilitación logran índices de reincidencia más bajos. El objetivo del derecho penal moderno es la reinserción y la pena de muerte es su negación más absoluta, pues solo perpetua el ciclo de violencia. Hay que tener cuidado con este populismo penal utilizado cuando crece la inseguridad bajo el discurso de “mano dura”.
El 30 de noviembre, Día Internacional contra la Pena de Muerte, no debe ser solo un recordatorio, sino una exigencia de justicia, de dignidad humana y de Estado de Derecho. Abolirla es una obligación jurídica, moral y humana. Defender el derecho a la vida es el primer paso para sostener cualquier otro derecho. Mientras la pena de muerte exista, ningún sistema judicial podrá ser verdaderamente justo.
Por. Julia de Castro Revuelta, defensora de los Derechos Humanos























2 comentarios en «Ciudades por la vida, contra la pena de muerte»
Estoy bastante deacuerdo con tu postura
Un saludo y sigue defendiendo los derechos universales??
La pena de muerte es discriminatoria y cruel. Gracias a Amnistía por su trabajo y en este caso a Julia de Castro por hacernos reflexionar en un tema tan importante.