En el frente judicial y personal abierto con José Luis Ábalos, Pedro Sánchez ha optado por la contundencia verbal pero sin entrar en la batalla legal directa. Por otro lado, Sánchez ha marcado distancias definitivas con su ex secretario de Organización, José Luis Ábalos. Ante las acusaciones del exministro, hoy en prisión preventiva, el presidente ha sido tajante: las ha calificado de «mentiras» y se ha referido a quien fuera su mano derecha como «un gran desconocido».
El presidente ha vuelto a calificar de «mentiras» las afirmaciones de su ex número tres en la red social X —donde le acusaba de una reunión secreta con Bildu en 2018— y ha advertido de que el Gobierno no cederá ante «chantajes ni amenazas», vengan del PP o de antiguos colaboradores. Pese a la gravedad de las acusaciones, Sánchez ha descartado denunciar a Ábalos, dejando que sean los tribunales quienes juzguen su actuación para no alimentar una espiral de confrontación.
Preguntado sobre su propio futuro y la posibilidad de verse imputado, el jefe del Ejecutivo ha rechazado tajantemente ponerse en ese escenario: «¿Por qué voy a serlo?», ha respondido, negándose a especular sobre una hipotética dimisión. Sánchez ha defendido su «absoluta tranquilidad» argumentando que, ante el «mínimo atisbo de corrupción», su Gobierno ha actuado con rapidez y limpieza, marcando distancias con la gestión del PP.
En este sentido, ha contrapuesto su respuesta al famoso «Luis, sé fuerte» de Mariano Rajoy. Sánchez asegura que él asumió responsabilidades de inmediato, apartando a los implicados y reforzando los controles internos, frente a un Partido Popular condenado por financiación irregular y acusado de usar una «policía patriótica» para tapar sus escándalos. Finalmente, el presidente ha lanzado un mensaje de resistencia: su intención es agotar la legislatura, con o sin nuevos presupuestos.
