Bruselas ha dado este miércoles el paso definitivo. La Unión Europea cortará de forma efectiva y permanente las importaciones de gas ruso y acelerará la eliminación del petróleo procedente de Moscú. En un acuerdo calificado de «histórico» entre el Parlamento y el Consejo, Europa pone fecha de caducidad a su dependencia de un proveedor que, según la Comisión, ha usado la energía como arma de «chantaje» y desestabilización.
«Hoy entramos en la era de la plena independencia energética de Europa», ha sentenciado Ursula von der Leyen. La presidenta de la Comisión ha celebrado que la estrategia europea ha funcionado para amortiguar la peor crisis en décadas y ha marcado el objetivo final: «Agotar los fondos de guerra de Putin» y buscar socios más fiables.
El calendario del cierre
El acuerdo no es una declaración de intenciones, sino una hoja de ruta con plazos estrictos para cerrar el grifo:
- Gas Natural Licuado (GNL): Quedará totalmente eliminado el 31 de diciembre de 2026.
- Gas por gasoducto: Se dejará de importar el 30 de septiembre de 2027. Solo se contempla una brevísima prórroga de un mes (hasta el 31 de octubre) si los niveles de almacenamiento europeos fueran insuficientes.
La normativa establece un sistema escalonado para anular los contratos vigentes, impidiendo renovaciones o modificaciones que no sean puramente operativas. El mensaje es claro: a partir de 2027, el gas ruso no tendrá cabida en el mix energético europeo.
Presión sobre el petróleo
Respecto al «oro negro», Bruselas mantiene su compromiso de eliminar todas las importaciones restantes para finales de 2027. Para lograrlo, la Comisión presentará una propuesta legislativa a principios del próximo año que prohíba formalmente la compra de crudo ruso.
Esta medida responde a una presión política creciente que une figuras tan dispares como Volodimir Zelenski y Donald Trump. Ambos han insistido reiteradamente en que la UE debe dejar de financiar la maquinaria bélica del Kremlin a través de la compra de petróleo.
Hungría se rebela y amenaza con los tribunales
La unanimidad europea, sin embargo, vuelve a chocar con el muro de Budapest. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, que la semana pasada se reunió con Putin en Moscú desafiando la línea diplomática de la UE, se ha posicionado en contra.
Hungría alega que necesita «asegurar su suministro» y ya ha anunciado que no aceptará la decisión sin pelear. El ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, ha confirmado que llevarán el acuerdo ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE): «Los procedimientos legales comenzarán sin demora. Haremos todo lo necesario para defender la seguridad energética de Hungría». Si Budapest incumple lo pactado, podría enfrentarse a medidas sancionadoras por parte de Bruselas.





















