Como muchos sabemos, el 2026, coincidiendo con la llegada a la Cátedra de Prima de Teología de Francisco de Vitoria en 1526, Salamanca quiere celebrar por todo lo alto la efeméride del V Centenario de la Escuela de Salamanca.
Pero ya estamos en Diciembre y parece que, una vez más, no todos estamos unidos en un mismo proyecto con un mismo reto y objetivos y formando equipo para que resulte un éxito y sobre todo, proyecte a nivel nacional e internacional el distrito de la Universidad de Salamanca –provincias de Ávila, Salamanca y Zamora- haciendo que vengan muchos más alumnos a estudiar el grado, un máster o un doctorado, además de intelectuales y personas sensibilizadas con los Derechos Humanos y una economía justa. Sus enseñanzas hoy solucionarían muchos de nuestros grandes problemas empezando por la paz.
Si esta gran celebración, que debe ser liderada por la Universidad de Salamanca, recordando que fueron sus profesores y alumnos quienes brillantemente expusieron sus doctrinas válidas para todos los seres humanos y no para unos cuantos, también deberían entrar los Dominicos, Franciscanos Jesuitas y otras congregaciones religiosas católicas, la Universidad Pontificia –en aquellos tiempos eran la mayoría teólogos- además de los cuatro obispados de las diócesis del campus universitario, ayuntamientos de Ávila, Béjar, Salamanca y Zamora y las Diputaciones de las tres provincias.
Llegados a este punto, es evidente que no se ha conformado un grupo de trabajo que recoja a los anteriormente citados y de seguir así nos pasará como con la celebración del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca que fue más el ruido que las nueces y todo fue un querer y no poder.
¿Quieren todos los dirigentes sumarse al carro o queremos ir cada uno por nuestra cuenta buscando el lucimiento personal pero sabiendo que ello no sacará a estas tres provincias de su pobreza ancestral.
Eso sí, faltamos los ciudadanos de estas tres provincias y no deberíamos ser, una vez más, los convidados de piedra como si esto no fuera con nosotros.
Más “unión” y menos “dispersión” sería nuestro grito de guerra para hacer de esta gran celebración el verdadero motor a reacción que tanto necesita este rincón de Castilla y León.
Si a esto añadimos la creación de una Real Cátedra para la Paz y Resolución de Conflictos en español como gran colofón para implicar a la monarquía española, podríamos hablar algún día del 2026 como el año en el que iniciamos la remontada en lugar de seguir excavando para salir del agujero.
José Luis Blanco




















