Las Eras de Monsagro declaradas BIC

Con categoría de Conjunto Etnológico
Las eras de Monsagro. Fotografía. Monsagro.es

El Consejo de Gobierno aprobó este jueves la declaración de las Eras de Monsagro, en el municipio del mismo nombre en Salamanca, Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Etnológico. Asimismo, se delimita un área protegida, atendiendo a la implantación en el territorio de estos bienes, todos de titularidad pública municipal, con el objetivo de garantizar su protección material.

ICAL. Monsagro es una localidad salmantina enclavada en la ladera de un pronunciado valle que arranca de la Sierra de Francia y que tiene a sus espaldas el pico de La Hastiala, como cima más elevada de tal Sierra. Como en tantas localidades de Castilla y León, el modo de vida de sus habitantes se basó tradicionalmente en una agricultura de subsistencia, sustentada en producciones agrícolas, sobre todo cereales y legumbres, así como pastos para sus ganados. La huella de estos modos de vida se ha traducido en un patrimonio etnográfico de gran riqueza.

Esta localidad cuenta con un bien etnográfico excepcional que son sus eras circulares empedradas, presentes en otras localidades de Castilla y León, pero que, por su número y configuración, aquí tienen un carácter singular. Las eras para la trilla del cereal se hallan documentadas desde antiguo, a través de escritores del mundo latino clásico, lo que supone un claro indicio de que estamos ante una realización humana de gran tradición histórica, dentro del ámbito popular campesino.

El conjunto de las Eras de Monsagro, cuya existencia documentada se remonta al siglo XVIII, lo constituyen una treintena de eras circulares, empedradas con lanchas y lajas de piedra. Se rodean por muros de piedra en seco que están rematados con otras lanchas que se colocan en un sentido diagonal, con la mayor abertura hacia lo alto, con el fin de que la mies no rebasara el límite de la era.

Las eras se ubican junto al pueblo, en su parte baja, y se adaptan al relieve descendente del monte hacia el río Agadón. De este modo, unas se van sobreponiendo sobre otras, de manera escalonada. Se acomodan perfectamente al paisaje de ladera en el que están enclavadas, ya que se trata de realizaciones aterrazadas, constituyendo bancales llamados paredones, círculo a círculo, hasta configurar un conjunto que desde el aire tiene un aire castreño.

Su función ha sido la de realizar la trilla del cereal, así como la limpia y separación del grano de la paja, antes del almacenamiento en la propia casa familiar de cada campesino. La última vez que se usaron para este fin fue en 1998. En cuanto a su propiedad, el terreno en el que se ubican es de titularidad municipal, pero con derecho de uso de los vecinos, que se heredaba de una generación a otra. Esta implicación de toda la vecindad es, probablemente, una de las razones por las que las eras se han conservado con un alto grado de autenticidad.

A este bien etnográfico se unen otras manifestaciones del patrimonio cultural inmaterial. Las trillas tradicionalmente fueron también escenario de cantes y bailes, y hoy en día perdura esta vertiente inmaterial, con el llamado Día de la Trilla promovido desde hace unos años por el Ayuntamiento, en el que se rememoran las actividades del pasado que tenían lugar en las eras.

Desde el punto de vista etnológico, las Eras de Monsagro son un reflejo de la identidad social y cultural del mundo rural y constituye un testimonio excepcional de las formas de vida de nuestros antepasados hasta hace pocas décadas. Son muestra de la antropización del medio natural, de la adaptación del hombre a un entorno del que extraía, con esfuerzo y sabiduría, lo necesario para vivir. El uso de la piedra y la tierra, trabajadas con sencillez y belleza, ha creado este conjunto cuya protección y conservación es imprescindible para su conocimiento por parte de las generaciones futuras.

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