Francisco González González Zapatero y Guillermo Pérez San Primo ofrecieron un concierto dentro del programa cultural de Los miércoles en Santo Tomás, en la iglesia de Santo Tomás Cantuariense.
Los alumnos del Conservatorio Profesional de Música de Salamanca obsequiaron a los asistentes a una velada dedicada íntegramente al acordeón, un instrumento tan desconocido como sorprendentemente versátil.
El programa destacó por su amplia variedad estilística, poniendo de manifiesto la enorme capacidad de ambos intérpretes para defenderse en estilos musicales muy diferentes: desde obras de Bach o Vivaldi hasta piezas contemporáneas de Gorka Hermosa, sin olvidar el sonido inconfundible de Astor Piazzolla.

Al igual que los músicos, el acordeón demostró ser un instrumento todoterreno. A menudo poco conocido dentro del ámbito de la música clásica, resultó asombroso comprobar su flexibilidad expresiva, que permitió recorrer épocas y estilos tan diversos, llenando el templo de contrastes y emociones.
Más allá de la dificultad técnica de las obras, Francisco González y Guillermo Pérez mostraron una gran sensibilidad musical y una notable madurez interpretativa. Ambos supieron extraer un sonido lleno de colores, demostrando que las piezas pueden dominarse con esfuerzo, pero la capacidad de emocionar solo se alcanza cuando existe una gran afición por la música y una guía adecuada.

En este sentido, fue evidente la complicidad de los alumnos con su profesor, tanto al verlos comentar las partituras, como al ver la delicadeza con la que ambos alumnos afrontaron cada obra. La calidad del concierto dejó claro que detrás de estas interpretaciones hay un gran trabajo pedagógico y humano, fundamental para formar músicos completos.
La iglesia de Santo Tomás Cantuariense volvió a convertirse en un espacio donde disfrutar de la música. Fue una tarde para descubrir el acordeón y para disfrutar del talento de dos jóvenes músicos que demostraron que tienen mucho que decir sobre el escenario. Esperamos que vuelvan pronto a Los Miércoles de Santo Tomás.
Por. Elena Vecillas.



















