[dropcap]E[/dropcap]En el año 2007, llegó a España la primera gran reforma del sistema universitario del siglo XXI. Esta reforma, conocida como el Plan Bolonia daba lugar –entre muchos aspectos- a la reestructuración de los estudios universitarios, que pasaban de licenciaturas o diplomaturas a grados de 4 años. Las enseñanzas de grado tenían que complementarse con las de máster un año más en la mayoría de los casos (lo que se denominó el sistema 4+1).
A pesar de la “modernización” del sistema que podía traer consigo esta reforma, y la “especialización” de los estudiantes –muchas veces innecesaria, siendo realistas-, la implantación del sistema de Bolonia produjo un gran encarecimiento en los precios para estos estudios.
En la mayoría de los sectores, la práctica totalidad de los estudiantes realiza un máster para llegar al mercado laboral en igualdad de condiciones que el resto de sus compañeros.
La evidente sobrecualificación de muchos jóvenes en la actualidad y las escasas oportunidades laborales que existen en nuestro país han propiciado el hecho de que muchos estudiantes tengan que cursar un máster universitario.
Si se compara el precio de los estudios de máster con los estudios de grado, es de sobra conocido que el precio del máster es bastante superior –y más si tenemos en cuenta la subida en el precio de las tasas y la disminución de becas que se ha venido experimentando los últimos años. Mientras que hace diez años los estudiantes llegaban al mercado laboral con cinco años de licenciatura, ahora llegan a dicho mercado con cuatro años de grado y un año de máster –como mínimo-, con el coste económico que esto supone.
El ministro de Educación José Ignacio Wert ha implantado un modelo educativo llamado 3+2 (3 años de grado y 2 años de máster). Este modelo reduciría más aun la duración de los grados, mientras que ampliaría la duración de los másteres.
¿Qué consecuencias puede traer consigo esta imposición por parte del gobierno? En primer lugar, este sistema provoca que para acceder al mercado laboral la mayoría de los estudiantes va a tener que costearse la matrícula de dos años de máster. Siendo realistas, muchas familias no pueden permitir pagarse ese tipo de “lujos” –entendiendo que estudiar para acceder al mercado laboral vuelve a ser un lujo de las élites-.
Resulta llamativo escuchar que una justificación que se ha dado a la implantación de este modelo es que “a partir de ahora las carreras van a ser más cortas, solamente de tres años…”. Esto no es cierto, ya que si somos realistas ¿Quién va a tener más opciones en el mercado laboral, un titulado con grado o un titulado con grado y dos años de máster? Queda claro que este plan de “elitización” y “mercantilización” de la enseñanza universitaria –términos que han empleado las asociaciones estudiantiles- van a dar lugar a una desigualdad de oportunidades en el mundo laboral, retrocediendo nuevamente a una sociedad de ricos y de pobres, donde las oportunidades de estudiar sean solamente para los hijos de familias adineradas.
