Opinión

Recortes a la ayuda al desarrollo: niños y niñas en alto riesgo

Niños estudiando en un escuela. Imagen de Andre en Pixabay

Se estima que, para el año de 2030, podrían morir 4,5 millones de niños y niñas como consecuencia de los recortes a la ayuda al Desarrollo.

La política internacional a nivel mundial se encuentra en una etapa de crisis y transición en la que, en los últimos años, es visible la notable reducción de la ayuda oficial al desarrollo destinada a combatir la pobreza y promocionar la educación y salud, principalmente en países en vías de desarrollo. Con ello estamos recortando el futuro de millones de niños y niñas alrededor del mundo.

Amnistía Internacional cuestiona si en realidad la ayuda oficial al desarrollo está bien enfocada, pues el verdadero objetivo del desarrollo sostenible es atender las necesidades de las generaciones actuales y garantizar las de generaciones futuras. El lema central de los 17 objetivos del desarrollo plasmados en la agenda 2030 exige “no dejar a nadie atrás”. Y nadie también son los niños africanos, latinoamericanos y de cada rincón en donde sufren situaciones inhumanas. No se puede olvidar que, según estudios de la Unicef, uno de cada 5 niños y niñas de todo el mundo vive en la pobreza,  o sea cerca de 412 millones; y uno de cada siete se vio obligado a abandonar sus estudios por problemas relacionados con la escasez o conmociones climáticas, entre otros.

Las grandes potencias mundiales enfocan sus estrategias de cooperación al desarrollo hacia sus intereses geopolíticos; Estados Unidos y China libran una guerra comercial en la cual la ayuda al desarrollo se ha convertido en un arma más, y los países más pobres ceden al que mejores beneficios ofrezca. La Unión Europea enfoca la ayuda más como estrategia de inversión financiera que como auténtica ayuda oficial al desarrollo, y deja cada vez más claro que los intereses propios son más importantes que ayudar a los países más necesitados. Un informe publicado en la revista The Lancet señala que los recortes financieros extremos a que ha sido sometida por Trump la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), podrían tener como resultado cerca de 14 millones de muertes adicionales en todo el mundo para el año 2030, más de 4 millones correspondientes a niños menores de 5 años.

Los recortes a la cooperación internacional para el desarrollo son defendidos por los países más ricos alegando la ralentización de la economía mundial. Sin embargo, otros sectores como el de seguridad y defensa, en países como China y Estados Unidos no hacen más que aumentar sus presupuestos cada año, como si se preparasen permanentemente para la guerra, ignorando que cada millón que se le resta a la ayuda enfocada a los estudios, alimentos y salud de miles de niños en el mundo, representa muertes de los mismos.

El impacto multidimensional que tienen los recortes no solo afecta a la salud y la vida, que ya de por si es demasiado, también hace retroceder el desarrollo mundial en temas fundamentales como el acceso al agua y saneamiento, nutrición y educación que afectan directamente al desarrollo integral de la infancia. La atención a los objetivos de la agenda 2030 necesita ser equilibrada; si la inversión destinada a combatir el cambio climático es prioritaria, también lo es la vida y el futuro de la infancia, pues de lo contrario los esfuerzos terminarán siendo en vano.

Amnistía Internacional exhorta a las naciones que manejan los hilos de las organizaciones internacionales y tienen un gran peso en la toma de decisiones a que mantengan o refuercen la financiación pública para la ayuda al desarrollo, especialmente a los programas orientados a la infancia, salud, nutrición, saneamiento, educación y protección social. La ayuda destinada a las poblaciones más vulnerables no debería de ser una partida contable más en los libros de cuentas de las potencias, se debe tratar como una inversión en vida, salud y futuro de la humanidad. A las puertas de una situación global desastrosa, es necesario tomar conciencia de los terribles efectos a los que nos someteríamos al seguir permitiendo los recortes a la ayuda oficial al desarrollo, efectos negativos comparables a los de una pandemia o un conflicto armado general.

Es momento de no centrarse solo en la mala administración de los recursos de la ayuda al desarrollo, que desafortunadamente es un motivo más para la ejecución de recortes. También es momento de reconocer que programas como Usaid ayudaron a prevenir un estimado de 91 millones de muertes en países de ingresos bajos y medios, incluyendo aproximadamente 30 millones de niños y niñas. El camino que debemos tomar es fortalecer financieramente estos programas exigiendo más transparencia y supervisión de los fondos para asegurar que lleguen a quienes más lo necesitan.

Por. Jefersson Rubén Arias, defensor de los Derechos Humanos.

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