No le han dejado tiempo ni para presumir de zapatos nuevos con los otros puentes. El Enrique Estevan se reabrió el domingo pasado y ya le han plantado el primer candado que simboliza la unión indestructible de dos tortolitos.
El puente no llegó a estar como algunos europeos, en los que el peso acumulado por el elevado número de candados ha hecho temer por su estabilidad, ni siquiera como el pozo del Huerto de Calisto y Melibea, ya en Salamanca.
Tenía candados, pero la tontería no había ido a mayores. Ahora, con la cara recién lavada ya le han puesto el primer símbolo de un amor eterno a prueba de reformas, que aún no han terminado.
1 comentario en «Amor impaciente»
El amor es muy bonito, pero recién restaurado hay que respetarlo. Una cizalla y fuera.