[dropcap]E[/dropcap]l término acoso sexual en el trabajo apareció en Estados Unidos en los años setenta. Se manifiesta a través de una serie de insinuaciones sexuales, verbales, físicas o de cualquier tipo que son reiterativas por parte de las personas que la realizan y no deseadas por las que las padecen. Este fenómeno constituye un problema mucho más extendido y frecuente de lo que pudiera parecer.
Ha tenido que ser el ‘caso Zaida Cantero‘, víctima de acoso sexual por parte de un superior militar, el que ha visualizado más el problema. Admiro su valentía para denunciar el delito de acoso sexual, a pesar del abandono y desprotección al que se ha visto sometida, sobre todo, en un ámbito tan duro y machista como es el militar, donde muchos mandos protegen al acosador, con la irresponsabilidad y complicidad política del ministro de turno que consintió a los mandos militares que taparan, apoyaran y defendiera a un individuo como Lezcano-Mújica, que teniendo denuncias y habiendo sido procesado por acoso sexual, fue ascendido a coronel y se le permitió realizar cursos de capacitación para ascender al generalato. Todo esto, ante la impasible complacencia del Observatorio de la Mujer de las Fuerzas Armadas, que no ha servido para nada.
La protección de la dignidad, del derecho a la intimidad y de la libertad sexual de mujeres y hombres en sus lugares de trabajo es indiscutible, y las conductas que atentan contra estos derechos inciden negativamente en la salud de los trabajadores.
[pull_quote_left]Si reconocemos el problema hay que tomar medidas y posicionarse porque, desgraciadamente, hay mucha gente mediocre e indeseable que disfruta con esta manera de demostrar y ejercer su poder dentro de las empresas[/pull_quote_left]El acoso sexual es violencia y sus principales víctimas suelen ser mujeres, aunque se da en ambos sexos. Estadísticamente, los grupos de mayor riesgo son mujeres solteras menores de treinta años, madres solteras, viudas, divorciadas o separadas, homosexuales y hombres jóvenes. En cuanto a la situación laboral, afecta en mayor medida a los trabajadores con contratos precarios. Estas situaciones provocan problemas de salud, tanto físicos como psíquicos, con patologías graves y cuadros depresivos entre otras enfermedades.
Aunque el Estatuto de los Trabajadores prevé que en la relación del trabajo los trabajadores tienen el derecho al respeto de su intimidad y a la consideración debida a su dignidad, es necesario poner mecanismos de atención y denuncia.
Si reconocemos el problema hay que tomar medidas y posicionarse porque, desgraciadamente, hay mucha gente mediocre e indeseable que disfruta con esta manera de demostrar y ejercer su poder dentro de las empresas, y les hace sentir superiores humillando y atacando la dignidad de las personas que sufren el acoso sexual.
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