La catástrofe aérea de los Alpes franceses no fue un accidente. El copiloto del Airbus de la compañía Germanwings estrelló deliberadamente el aparato con los 150 pasajeros a bordo, que murieron instantáneamente, entre ellos 51 españoles.
Así lo explicó este jueves el fiscal de Marsella encargado de investigar el caso, Brice Robin, quien ofreció los primeros detalles verosímiles sobre las causas del siniestro desde que se produjo, este lunes.
Y lo ha hecho después que el New York Times publicara que antes de la colisión, uno de los pilotos estaba fuera de la cabina y el que seguía dentro le impedía el acceso.
Y así fue. Según señaló Robin, el copiloto, Andreas Lubitz, alemán de 28 años formado en la escuela de Lufthansa (matriz de la ‘low cost’ Germanwings), aprovechó que el comandante salió de la cabina para ir presumiblemente al servicio, para bloquear la puerta y encerrarse.
Los planes del copiloto
Antes de salir, el piloto había repasado con Lubitz el plan de vuelo hasta el aterrizaje en Düsseldorf, pero el copiloto tenía otros planes.
Al quedarse solo accionó el mecanismo para hacer descender el avión, que pasó de los 11.000 metros de altitud a algo menos de 2.000 en una zona de los Alpes donde las cumbres están entre 2.500 y 3.000 metros.
El piloto regresó, pero se encontró bloqueada la puerta de la cabina. Intentó abrirla incluso golpeándola y llamando a voces a su copiloto, pero este no se inmutó.
Lubitz no pronunció una sola palabra durante los últimos diez minutos antes de estrellar el avión. No contestó al piloto. En la grabación de la caja negra solo se escucha su respiración tranquila.
Los gritos de los pasajeros solo se escucharon en el último momento. El fiscal francés dijo que su muerte fue instantánea.
Ahora se investiga la biografía de Lubitz, su estado mental y sus posibles motivaciones.