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La iglesia de la jura de la Inmaculada Concepción

La iglesia de las Úrsulas.

[dropcap type=»1″]E[/dropcap]n las Úrsulas, la Universidad de Salamanca prestó solemne juramento de defender el misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. El Estudio contestaba así a dos cartas del monarca Felipe III en las que se solicitaba la opinión de esa docta casa sobre este asunto teológico que tanto preocupaba al rey. El claustro del 17 de abril de 1618 acordó enseñar, defender y predicar que la Santísima Madre de Dios y Reina de los Cielos fue preservada de toda mancha de pecado original.

En Salamanca se imponía a los bachilleres, doctores, maestros y profesores de dicha Universidad la obligación de jurar defender la Inmaculada Concepción de la Virgen antes de optar a tales titulaciones o empleos. Se creó una comisión de profesores para que realizaran un estudio sobre este mandato de obligado cumplimiento. Formaron parte de ella un dominico, fray Pedro de Herrera, catedrático de Prima de Teología, un agustino, Agustín Antolín, también catedrático de Prima de Teología, otro de la orden de San Bernardo, fray Bernardo, catedrático de Sagrada Escritura, y Antonio Pichardo, catedrático de Prima de Leyes.

Leyeron sus conclusiones el 2 de mayo y confirmaron el juramento de esta escuela en defensa de la Inmaculada Concepción. De inmediato pidieron la revalidación del soberano, que tuvo a bien contestar el 10 de julio de 1618. El rey se congratulaba en su carta de la decisión de la Universidad e informaba haber ordenado a su Consejo de Justicia confirmase el acuerdo del Estudio salmantino.

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