Lucía Risueño es licenciada en Psicología Social y del Trabajo: mejorar la vida de las personas en su vida laboral – PRL y está preparando su tesis doctoral sobre “La Ergonomía Laboral Preventiva: más allá de la Ley de Prevención”, es técnico superior en Prevención de Riesgos Laborales y asesor de trabajadores y empresas
La pasada semana se vio marcada por un trágico suceso aéreo en el que perdieron la vida 150 personas. Tras la confusión inicial, que hacía inexplicable lo acontecido, comenzaron a aparecer indicios de que había sido provocado voluntariamente por el copiloto, al recuperarse la caja negra que registra la grabación de audio de lo sucedido durante el vuelo.
Las pesquisas policiales posteriores apuntan que dicha persona, estaba aquejado por posibles desórdenes psicológicos, desconocidos para la compañía aérea, lo cual no deja de poner en evidencia un posible fallo de los protocolos de salud a que deben someterse estos profesionales.
Las legislaciones en prevención de riesgos laborales, tanto a nivel europeo, como nacional, requieren a las empresas que ofrezcan a los trabajadores la posibilidad de realizarse pruebas médicas con las que se valore si el trabajo realizado produce un perjuicio sobre la salud del trabajador.
Estos exámenes,dan como resultado su aptitud, no aptitud o aptitud con limitaciones (si es necesario que el puesto de trabajo se adapte a las condiciones específicas del trabajador), es decir, dirán si este está en condiciones de desempeñar las funciones asignadas, sin sufrir riesgo, pero no sólo para él, sino también para otros, ya que entre sus obligaciones, no sólo está la de velar por su propia seguridad, sino también, la de las demás personas afectadas a causa de sus actos u omisiones (artículo 13 de la Directiva 89/391/CEE y artículo 19 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales). Dichas pruebas de aptitud médica, suelen ser voluntarias para la mayoría de trabajadores, sin embargo, para los pilotos de aviación comercial, son obligatorias, al menos, una vez al año.
En la actualidad, en la mayor parte de los casos, suelen componerse, simplemente, de una anamnesis en la que, mediante entrevista, se recogen datos generales, signos y síntomas y antecedentes familiares, así como de una exploración física y analíticas biológicas, complementadas, si procede, con pruebas médicas específicas marcadas por los protocolos de vigilancia sanitaria establecidos por el Ministerio de Sanidad y Servicios Sociales e Igualdad, que miden, principalmente aspectos relacionados con el uso de productos químicos y condiciones de trabajo ergonómicos, pero, en ningún caso, de tipo psicológico o psiquiátrico.
No es el primer caso en el que un profesional, aquejado por algún tipo de desorden psicológico, termina con la vida de otros, por eso, tras lo acontecido, planteamos si quizás puede ser el momento de que se realice una profunda reflexión y replanteamiento de la necesidad de valoración del estado de salud psicosocial de los trabajadores, cuestión que, posiblemente por temor a las consecuencias económicas y sociales, no se ha llegado a abordar seriamente hasta la fecha y sin embargo, parece cada vez, más urgente.