Opinión

Amor parcelado

«Todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede tal como lo pedí» (Un Curso de Milagros)

 

Acabo de pedir cariño y no me lo han dado. Acabo de pedir atención, y me la han negado. Acabo de pedir conversación fluida y me han respondido con fríos monosílabos y frases heladas. Acabo de pedir risas y me han llenado de lágrimas. Acabo de pedir un abrazo y me han dado una torta ¿Por qué me niegan el amor si acudo con tanto amor a solicitarlo?

Acaba de llamar mi madre por teléfono para contarme que había comprado uno de los libros que le recomendé. Acaba de llamar mi madre para pedirme un rato de conversación, que en su casa no tiene. Acaba de llamar mi madre para arañar en mi extenso tiempo libre apenas diez minutos de amable compañía. Acaba de llamar mi madre para decirme que, al fin, se decidió a salir una mañana a algún lugar más allá del supermercado o el banco. Y yo acabo de negarle mi atención, negarle mi escucha, responderle con fríos monosílabos y frases heladas, llenarle un poco más el saco diario de la tristeza, darle una torta en lugar de un abrazo y, por supuesto, arrebatarle los apenas 10 minutos de amable charla en mi extenso tiempo libre colgando abruptamente el teléfono.

¿De qué amor estoy hablando?

Te lo voy a decir: de un amor de mierda, de un amor parcelado, de un amor que me he inventado, de un amor irreal que consiste en exigir y no dar, en pensar que cada uno de los que me rodea debe ser exactamente como yo digo y actuar exactamente como yo quiero. Un amor que exige idolatría de sus súbditos a quienes, por supuesto, en nada estima, en nada quiere, en nada aprecia… salvo si le son útiles para algo. Un amor que se divide en «de éste quiero ‘amor’ para ‘enamorarme’ y del resto otra cosa» como si hubiera diferentes tipos de amor, como si supiera en que consiste el enamoramiento.

¿Cómo se puede ser tan idiota de pensar que te van a querer si tú no quieres a nadie?

Maldito amor parcelado éste que nos hemos inventado, éste con el que nos engaña el ego a cada instante. Un ego que sólo quiere arruinarnos la vida, doblegarnos el alma, y hacernos creer que somos líderes de opinión, salvadores del mundo, representantes de la excelencia, buenísimas personas, ayudadores natos y, sobre todo, que estamos en paz.

Me río de la paz barata fabricada a base de la lágrima del otro que, por cierto, es nuestra misma, idéntica, clavada lágrima porque nada hay ajeno a nosotros. Tú eres yo y yo soy tú. Todo lo demás es mentira, chufla de cretinos y rebuscada milonga.

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