Opinión

El cliente siempre tiene la razón

[dropcap]Y[/dropcap] una mierda. Desde que me puse por primera vez detrás de una barra con 14 años para relevar a mi madre mientas ella cenaba, no he conocido un ser vivo con menos razón que la fauna típica de los bares. Y si digo bares, digo restaurantes y digo cualquier establecimiento en el que una persona pague por un servicio.
La cuestión es justo esa. Que al pagar por un servicio, el que sea, el cliente de turno ya cree que tiene derecho a hacer lo que le dé la gana en el local, a faltar al respeto al dependiente, a insultar su inteligencia o a dudar de ella. He visto cosas que vosotros no creeríais, como diría el replicante. He visto a clientes menospreciando a un compañero por su condición sexual. He visto como a una amiga y compañera la tachaban, poco menos que de tonta, diciéndole que “era demasiado para una camarera”. He visto exigir un vaso de agua dando puñetazos en la barra, como si mi razón de ser fuese saciar vuestra sed. Os he visto entrar en el servicio a “empolvaros la nariz”, os he visto vomitar, babear a compañeras, orinar e incluso defecar fuera de la taza, habéis amenazado con pegarme, con mandarme a mi país (esto de ser internacionalista me pasa factura), incluso con no pagar cuentas acumuladas, de esas que tienen varios ceros. ¿Pero qué os habéis creído, que pagar por una consumición os da derecho de pernada?

No sé si os habéis dado cuenta, pero al igual que vosotros los músicos, profesores, electricistas o encofradores, nosotros, los camareros, los cocineros, etc; también somos personas. También tenemos cosas que hacer cuando se acaba nuestra jornada. Y también nos gusta que se nos trate con respeto y educación en nuestros puestos de trabajo. Esto, obviamente, es extensible a cualquier oficio.

No quiero decir con esto que cuando vayáis a un bar y os sirvan mal, no os quejéis. Simplemente es cuestión de hacerlo con educación. Porque luego pasa que discutís con vuestras parejas, los bancos no os abalan o que el mecánico os mete un sablazo y claro, en vez de pagar a un psicólogo, bajáis corriendo al bar a llorarnos vuestras penas. Es curioso que en esos momentos el camarero no es un estúpido al que insultar. Pero nada, el resto del tiempo podéis seguir a lo vuestro, creyendo que este trabajo es una fiesta, pidiendo dinero prestado, poniendo mala cara cuando se os pide que lo devolváis o que paguéis lo “fiado”. De un gran amigo es la frase aquella “Dime como tratas a un camarero y te diré como eres” y desde luego no le falta razón. Por la forma que tenéis de tratarnos no sois personas, solo sois numeros, como le dije a otra gran amiga con la que trabajo. Números y monederos con piernas.

Dais mucho asco junto. Generalizando bastante, ya que no todos los clientes sois así, pero en general, no tenéis educación ninguna. No os cuesta nada saludar al entrar y pedir las cosas por favor. Ni tampoco cuesta nada mantener las formas en la mesa, no tirar comida al suelo, no pegar gritos, etc.

No sé si con esto os estoy dejando claras las ideas de como debéis comportaros fuera de casa, lo que sí que tengo claro es que, por vuestro bien, no conviene tocarle las narices a un camarero, porque tenemos una escoba que lo mismo vale para barrer que para mediros el lomo.

Por Jonatán Durán Sánchez

1 comentario en «El cliente siempre tiene la razón»

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Te recomendamos

Buscar
Servicios