[dropcap]E[/dropcap]res mucho más de lo que se ve, pero lo que se ve de ti (tu cuerpo) refleja los mensajes que no lees. Él es la comunicación directa de nuestro inconsciente con aquello que percibimos; es el medio que tiene esa parte profunda del iceberg que te habita para llamar tu atención. Sí: a través del cuerpo, porque sólo al cuerpo parecemos obedecer y hacer caso.
¿Por qué enfermamos, nos dolemos de algo, sufrimos, padecemos, nos deterioramos de repetente, nos vemos desmejorados? Porque se está produciendo un cortocircuito en lo que somos; el mayor o menor calado de éste lo diagnosticarás en función de cómo vives el momento presente. Responde, respondamos: ¿Cómo se está desarrollando nuestro día a día?: Bien, mal, regular, perfecto, atrozmente, más o menos feliz, totalmente infeliz, a lágrima viva… o riéndome a mandíbula batiente. Elige y sé honesto con la respuesta que des… o el cortocircuito sólo aumentará en ti. En mí.
Bien. ¿La tienes? Pues vamos a la parte ‘eléctrica’ que te recorrre. El gran angular de tu tendido, el motor central del voltaje de esa salud que tal vez hayas perdido, consta de tres pistas. Es una especie de trifásico, un enchufe que alimenta el motor de las células del cuerpo al que tanta atención prestamos; ese cuerpo que te tiene sumido en momentos posiblemente bajos. Los pivotes del ‘trifásico’ se llaman PENSAR, SENTIR y ACTUAR y les une una línea recta perfecta de energía. ¿Cómo funciona esa ‘línea’? A través de un cable denominado COHERENCIA.
Encendemos la corriente. ¿Qué ocurre? Ocurre que si en el ‘trifásico’ vital a un pensamiento que tengas le llega un sentimiento concordante y le sigue una actuación correlativa, el cableado de la COHERENCIA marcha perfecto, sin chisporrotear, sin desajustes ni calambrazos, sin apagones. La electricidad que te mantiene a un nivel óptimo para vivir fluye perfecta y sí: vives en armonía y en paz con todo (como cada animal y planta que contemplas, porque en ellos el ‘trifásico’ funciona siempre sin interrupciones, excelente en su ejecución). ¿Cuándo te falla la corriente, te apagas, te desenchufas, se rompe el cable, se corta la línea? Cuando los filamentos de la COHERENCIA no pueden más, agotados de sostener que los pensamientos vayan por un lado, los sentimientos por otro y las acciones justo por su contrario. El ‘enchufe’ que te enchufa al Universo está completamente resentido (y loco) porque a diario piensas una cosa, sientes otra y obras de forma completamente diferente a lo que te dice tu electricidad interna (tu corazón, el verdadero motor de la central humano/eléctrica)
¿Podemos todavía extrañarnos cuando ‘petamos’? Revisemos nuestra línea de coherencia, los cables pelados sobre los que pretendemos sostenernos como supuestos valientes llenos de coraje, garra, sentido del deber y de la superación personal ante lo adverso.
Realmente, somos electricistas de nosotros mismos encendiéndonos con los dedos mojados. Inconscientes y temerarios operadores de una máquina perfecta que (con todo lo perfecta que es) acabamos fastidiando.